miércoles, 31 de mayo de 2023

Medea. Pascal Quignard

Médée est debout dans le temple d’Héra.

Midi Médée médite.

Elle voit sur la droite, au loin, les ruines du palais qui a été brûlé, surmonté par la poussière et la nuée.

Elle a un air étrange, recueilli. Elle tient ses paupières baissées. Ce qu’elle médite monte en elle. Elle n’a pas encore d’intention. Elle hésite. Elle aime les petits. Elle hait son époux. Quelle est la plus grande joie pour une femme ? Se venger de son époux ? Préserver ses petits ? Elle est partagée : elle médite. Elle est déchirée : elle médite. Elle est extraordinairement belle. »

Extracto del texto de  Pascal Quignard, Medea, collection Ritournelles, mars 2011.

Medea está de pie en el templo de Hera.

Medea medita.

A la derecha, a lo lejos, ve las ruinas del palacio incendiado, coronadas de polvo y nubes.

Tiene un aspecto extraño y contemplativo. Tiene los párpados bajos. Lo que está meditando surge en su interior. Aún no tiene intención. Duda. Ama a los pequeños. Odia a su marido. ¿Cuál es la mayor alegría para una mujer? ¿Vengarse de su marido? ¿Proteger a sus hijos? Está dividida: medita. Está desgarrada: medita. Es extraordinariamente bella.

Pascal Quignard nos ofrece su propia versión de Medea, inspirada en la tragedia de Eurípides y en dos de los frescos que representan a la heroína en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, siendo el principal aquel en el que aparece, espada en mano, dispuesta a cometer el asesinato de sus hijos.La pequeña joya de Quignard empieza con una danza, una danza perdida (Danse perdu) en el escenario que ha sido su obsesión: el ámbito intrauterino: “En el agua del vientre se desplegaban, tocaban, exploraban, / gravitaban apoyándose en un pie, / giraban y se daban vuelta, / casi danzaban”. Pero el destino trágico en toda la obra es ineludible: “De pronto danzan de verdad, de pronto surgen y caen en la luz, el aire, el frío;” (…) “Ya no son fetos sino niños”. Es decir, comienza la muerte con la vida. Como la mayoría de los textos de Pascal Quignard, Medea es una mezcla de erudición, reflexión y testimonio. El autor retoma los principales episodios de la tragedia de Medea, al tiempo que adentra al lector en las tinieblas de su propia historia. Qui est cette femme, dont je tombe, la fuerza evocadora de esta línea, nudo del libro, revela el poder de las palabras cuando están animadas por el pensamiento de un gran escritor. En este relato mitológico excepcionalmente denso y bañado por el sol, Pascal Quignard vuelve a las mejores páginas del primer volumen de Dernier royaume: Les Ombres errantes. La historia de Medea, figura femenina de la oscuridad y la angustia, es una de las más oscuras de los mitos griegos. Es ella quien mata a su hermano por Jasón. Luego, repudiada por él, elimina a su rival ofreciéndole una túnica envenenada. Expulsada de la ciudad y rechazada por todos, Medea mata entonces con sus propias manos a los hijos que tuvo con Jasón. Esta dimensión monstruosa y transgresora, este miedo ligado a un acto que rompe todas las leyes de la ciudad, hace de Medea una verdadera figura de la alteridad. Es este aspecto del personaje el que interesa a Pascal Quignard. ¿Cómo expresar este dolor y esta angustia tan humanos? El texto, incisivo y sobrio, expresa el amor y la premeditación, el miedo y el carácter complejo y contradictorio de esta mujer que representa a la vez la humanidad por su pasión y la inhumanidad por sus actos.

Las descripciones de Quignard tienen una cualidad pictórica, como si intentara encontrar una metafísica de la imagen. Es el valor ritual de la danza lo que desentraña en su texto pero lo hace a partir del mito trágico. Si Pasolini, cuando imagina su Orestíada africana, sentencia que las guerras existen para que los padres puedan matar a sus hijos, Quignard encuentra la síntesis de ese filicidio. Nacer es también aprender a sobrevivir gracias a un uso intuitivo del cuerpo.

La distinción entre filosofía y literatura, reflexión y contemplación, inspiración y experiencia, resulta innecesaria en una obra que ha trenzado magistralmente el nervio conceptual, la ilusión poética y el flujo musical de una prosa inagotable y efervescente.

viernes, 19 de mayo de 2023

Un latido doliente

Una libélula: quitadle las alas, un grano de pimienta! Un grano de pimienta: agregadle dos alas, una libélula!
Basho

I.Andante comodo
II. Im Tempo eines gemächlichen Ländlers. Etwas täppisch und sehr derb (Al ritmo de un baile pausado. Algo torpe y muy tosco)
III. Rondo-Burleske: Allegro assai. Sehr trotzig (Rondo-burlesque. Allegro assai. Muy desafiante)
IV. Adagio. Sehr langsam und noch zurückhaltend (Adagio. Muy lento y contenido)

En julio de 1908 Mahler escribe a Bruno Walter: "Hablo de enigmas porque usted no puede saber nada de lo que he pasado  y lo que pasa en mi interior..." Eso es precisamente  La Novena Sinfonía de Mahler : un enigma, un límite a los que ayer en el Auditorio Nacional de Música nos aproximó Teodor Currentzis y su MusicAeterna, aun pese a la irrupción  de dos criminales, prestos a desbaratar con el ruido infame de sus móviles la indescriptible emoción contenida en el adagio final. Y es que en un mundo como el nuestro lleno de crueldad y explotación donde proliferan sin cesar lo falso y la mediocridad con la sola meta del beneficio financiero es indispensable comprender por qué una sinfonía como la novena de Gustav Mahler es profundamente necesaria para la supervivencia del hombre. Acaso el mismo Mahler nos dio un indicio al hacer suya la  idea de Schopenhauer, según la cual "la música es la única encarnación directa e inmediata de la voluntad del mundo ". En cuanto a los criminales con móvil conozco dos lugares para darles su justo acomodo: la carcel o el fútbol.
La Novena es paradójica. En esta sinfonía, Mahler parece volver a los orígenes del género abandonando las inclusiones vocales y corales que tanto le gustaban, el texto y el programa poético, incluso la gigantesca composición orquestal. Sin embargo, el ciclo de cuatro partes supuestamente tradicional se ha desviado tanto de los cánones clásicos y románticos de forma, armonía y tonalidad, que en él se escucha claramente el presagio de la música del nuevo siglo XX, y este es uno de los enredos más fascinantes de toda la obra. Enredo que Currentzis lleva al paroxismo captando toda la paradoja mahleriana hecha latido, todo el clamor, la imprecación, la ternura, la crueldad, el ímpetu, el encono, el temor, la misericordia...todo lo que habita en su imponente corazón preguntándonos qué es en nosotros lo que piensa, lo que actúa. 
Alban Berg escribió sobre la Novena: “La primera parte es lo mejor que escribió Mahler. Esta es una expresión de amor inaudito por esta tierra, un deseo apasionado de vivir en paz en ella, una y otra vez hasta lo más profundo para disfrutarla, la naturaleza, hasta que llegue la muerte porque se acerca inexorablemente.
Mientras tanto, en la sinfonía hay lugar no sólo para el amor y la melancolía. En las partes intermedias del ciclo, el don musical críticamente irónico de Mahler encontró una salida. El scherzo-lendler, que el compositor ordenó tocar "torpe y groseramente", y, en particular, el tercer movimiento, el rondo-burlesque, que se convirtió en el centro dramático de la obra, son caleidoscopios temáticos coloridos, grotescos y duros, en la cual se ve la imagen de "una fiebre de actividad sin sentido, rumbo al abismo". Todo su pasado y todas sus búsquedas expresivas transitan por él: la banalidad, la violencia, lo siniestro, lo nostálgico, lo folclórico, los lieders y las marchas fúnebres, su mundo íntegro está ahí.

El final de la Novena se percibe como una “liberación del mundo de los hechos”: un coral contenido interrumpido por destellos de emoción, una textura cada vez más enrarecida y un largo desvanecimiento del tema inicial en la coda sirven como pasos en el camino que se puede describir con las palabras del propio Mahler: “¡Qué locura es dejar que un tosco torbellino de vida nos trague!. Idea en la que ahonda Rafael Ortega  Basagoisti cuando escribe: [ “En los 27 compases últimos Mahler parece exprimir al máximo la agonía del pianissimo, la suya propia. Es como un final que tiene que llegar pero que se intenta alejar, por no deseado. Comienza ese pasaje indicando adagissimo – pp, con sordina. Apenas cuatro compases más tarde, marca “Lento y ppp hasta el final”. Apenas un par de compases después, pide a los violines primeros “ersterbend” (muriendo). Siete compases antes del final, prescribe “extremadamente lento – pppp”, y sobre el calderón final, aparece la indicación ersterbend (“muriendo”) para violines segundos, violas y chelos, porque la música en los violines primeros se ha apagado dos compases antes. Más que un recuerdo (por otra parte innecesario, porque la misma indicación aparece salpicada varias veces antes), parece casi una agotada rendición.]
No hay silencio indicado al final, pero es evidente la intención de que la música se desvanezca en un silencio que, para alcanzar la emoción buscada, debe prolongarse con un largo calderón imaginario.
 Es un privilegio escuchar una obra tan archiconocida como la novena de Mahler en una interpretación de este nivel de tensión, con esta personalidad y con una solidez artística que admite poca discusión; una interpretación estremecedora, plena de matices, cercana al bloqueo del latido de un corazón sostenido por Currentzis en el silencio eterno del último acorde, ralentizando el tiempo hasta que el maestro bajó los brazos, y que la audiencia respetó enmudecida, conteniendo el aliento sin estropear la atmósfera creada en los  pliegues mismos del abismo, en ese lugar donde la música como escribió Hegel, "es la revelación de lo absoluto bajo la forma del sentimiento".
En fin, triunfo rotundo del maestro greco-ruso y su enorme y titánico conjunto capaces de habitar esa atalaya metafisca desde la que nos conceden el acceso a la experiencia de lo imposible y su contrario. Una experiencia para la que no existe un nombre.

Let's be careful out there 







Teodor Currentzis cabalga la contingencia


Mira cómo crece, cómo lentamente la planta
guiada paso a paso da sus flores y frutos. […]
Cada planta las leyes eternas te anuncia ahora,
cada flor conversa más y más alto contigo.
J.W.Goethe, la metamorfosis de las plantas

Ayer, en el Auditorio Nacional de Música pareciera que las fechas dispuestas en un calendario fuesen milanos dando vueltas en círculos cercando los días, legitimando en cada vuelta la interrupción de un hoy inesperado poniendo fin a la sorpresa  agazapada en cualquier tal vez. 

Se ha dicho que la música suscita  estados de ánimo determinados: no es lo mismo el que potencialmente puede suscitar una melodía a la que se ponga una letra erótica que otra a la que se ponga, por decir un caso, la letra de una canción de cuna. Así, Currentzis al frente de musicAeterna con su interpretación de las Metamorphosen de Strauss y la Sexta Sinfonía de Tchaikovsky destapó las ventanas de la sala sinfónica madrileña a un paisaje  musical que no es de este mundo.

Abrió el programa las Metamorfosis, estudio sinfónico para 23 instrumentos,  compuesto por Strauss a finales de abril de 1945, y que  acabaría por convertirse en una de las obras maestras del muniqués. Las Metamorfosis son la conmoción suscitada en Strauss por los bombardeos de Munich y Dresde: una elegía en memoria de una cultura destruida. En esta obra aparece el motivo de Tristán de Richard Wagner, asi como una serie de referencias a motivos tanto mozartianos como  Bachianos. En el final, Strauss cita directamente la Marcha fúnebre de la Sinfonía n.° 3 de Ludwig van Beethoven y proporciona el tema con una nota en la partitura: In memoriam. Estas son las “Metamorfosis” que entrelazan las entonaciones del dolor con los motivos de la esperanza y la iluminación. Pero, tras esta primera exhibición, el alma rusa  aguardaba en la segunda parte.

La Sinfonía n.º 6 es el testamento musical de Pyotr Ilyich Tchaikovsky. En la Sinfonía se escucha el drama psicológico personal del compositor, y un mensaje a la humanidad sobre el eterno enfrentamiento del bien y el mal,  las pasiones instrumentales a la manera de Bach con citas ocultas, y la profecía de las catástrofes de los tiempos que vivimos. Tchaikovsky escribió su Sexta Sinfonía muy rápidamente. Comenzó a trabajar en él el 4 de febrero de 1893 y el 19 de agosto había completado la partitura y preparado la sinfonía para su publicación. La primera representación tuvo lugar en San Petersburgo el 16 de octubre de 1893. Nueve días después, fallecía el compositor. La sinfonía tiene el título “Pathétique”, que fue propuesto por el hermano del compositor, Modest Tchaikovsky,  y que se aproxima con mucha fidelidad a la definición de patético que no es otra cosa que "aquello es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza.

 Las dos piezas del programa comparten ciertos aspectos: ambas comienzan en las sonoridades lóbregas de las cuerdas bajas, se recrean en melodías descendentes, imponen su calma introspectiva basándose en un tempo lento y en pocos segundos nos dejan instalados en el drama y la tragedia. En algún momento salimos a la superficie, respiramos aires optimistas o momentos de alegría, para volver después de variadas “metamorfosis” a sumergirnos, aún más abajo, en la negritud, lo fúnebre y el “patetismo” , entendiéndolo todo como el pathos, con todo lo que puede suponer de anímico y trágico: el luto, el lamento, la destrucción, la premonición de la muerte. 

Pero de este viaje a los abismos salimos renovados porque Currentzis transforma todo lo que toca. Lo renueva, lo adapta y le da la vuelta para exponer su propio punto de vista. Y para ello, nada mejor que contar con un instrumento propio y sin prejuicios que puede moldear a su voluntad como es "musicAeterna", compuesto por músicos tan jóvenes, talentosos y ambiciosos como él mismo y que posee un sonido tan particular como arrebatador. Currentzis te toca a distancia,  se incrusta en tu corazón como el óxido en el hierro, convierte  la profundidad del espacio sonoro en una belleza de mónada, y piensas en la recóndita felicidad de estar allí, en la madurez que has alcanzado para que abandonarte y dejar que tu alma se altere en esa emboscada en tu intimidad que desde el podio te ha tendido Currentzis y su exuberante orquesta, llevando a su apoteosis el viejo poema de Keats que dice que la belleza es verdad y la verdad es belleza y que eso es todo lo que necesitas saber en la tierra.

Adagio allegro non tropo

Finale, adagio lamentoso

Let's be careful out there 

sábado, 13 de mayo de 2023

El Mochuelo

Escolios de un ácrata civilizado 

No creáis en nada simplemente porque lo diga la tradición, ni siquiera aunque muchas generaciones de personas nacidas en muchos lugares hayan creído en ello durante muchos siglos. No creáis en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen. No creáis en nada sólo porque así lo hayan creído los sabios en otras épocas. No creáis en lo que vuestra propia imaginación os propone cayendo en la trampa de pensar que Dios os inspira. No creáis en lo que dicen las Sagradas Escrituras sólo porque ellas lo digan. No creáis a los sacerdotes ni a ningún otro ser humano. Creed únicamente en lo que vosotros mismos habéis experimentado, verificado y aceptado después de someterlo al dictamen de la razón y a la voz de la conciencia».

Siddharta Gautama Buda, 563-483 a.C.

Tu Ne Cede Malis 

viernes, 12 de mayo de 2023

Sic semper tyrannis

 El libro es una criatura frágil. Sufre el paso del tiempo, el acoso de los roedores y las manos torpes, así que el bibliotecario protege los libros no sólo contra el género humano sino también contra la naturaleza, dedicando su vida a esta guerra contra las fuerzas del olvido.”

Umberto Eco

Leer es entrar y salir de uno mismo, leer es escuchar y hablar, leer ensancha y profundiza nuestra experiencia, leer nos eleva y cura nuestras heridas: es terapéutico.

La lectura es una tarea compleja, contradictoria y gradual que evita convertirnos en presas prematuras de una muerte inevitable. Los libros son veneros inagotables de desmesuradas esperanzas, tensores  desencadenantes de pasiones sin fin, símbolos de una realidad que nos intriga, guías que nos orientan en la búsqueda de nuestra identidad...en fin son todo esto además de tantas otras cosas. Pura felicidad.

Así, el origen de la palabra texto es de por si fascinante: procede de textus que significa tejido, trama, entrelazo: ¡menudas tres palabras!. En Quintiliano, ya aparece empleado en el sentido figurado y referido al ámbito de las letras. Quintiliano subraya el poder encantador del discurso y afirma que el valor de las palabras varía según qua compositione...in textu iungator. Es decir, un texto es una curva femenina esperando una caricia ( esto lo digo yo, claro).

Pero para leer es necesario, en primer lugar, descifrar el significado de las palabras de una lengua y los sentidos precisos que adquieren en un texto concreto; en segundo lugar, colocar el texto en un contexto lingüístico, o sea: en un paisaje determinado, en un momento concreto de la historia, en un nivel social y económico, en una corriente ideológica y en una concepción estética; y por último, pero no por ello menos importante, leer es analizar el pasaje en cuestión : descomponerlo, distinguir ámbitos y unidades , es decir, examinar la función estética  y la eficacia expresiva de sus procedimientos, recursos y mecanismos.
Además de esto, leer es todo lo contrario a la incapacidad  fomentada desde las aulas de enfrentar los problemas cotidianos creando soluciones propias prefiriendo ponerse bajo el alero de una autoridad que garantice seguridad, renunciando de paso a la propia identidad y autonomía; leer es oponerse a la transigencia pueril con el desánimo y la pereza anidados en unos jóvenes empujados de manera dramática y  sin remisión a aceptar como deseables los planes de la infame agenda 2030 cuyo único objetivo es la formación de gleba acrítica pronta a ser estabulada mientras rumia mansamente el pienso del lema "no tendrás nada y serás feliz": Sic Semper Tyrannis. 
Asi, prorata( en proporción) caiga  extendida ubi et orbi toda esa vacía felicidad sobre aquella canalla que luce el pin de la susodicha  agenda en la solapa.

Let's be careful out there 

jueves, 11 de mayo de 2023

Ewig, ewig, ewig. ( para siempre)


No acepto límites y siempre estoy en busca de lo nuevo. Cuando uno cree saberlo todo, la vida se acabó”.
Claudio Abbado

La obsesión de Mahler por el sufrimiento y la redención es notoria.
La música del genio nacido en Bohemia se nos revela como una potencia operatoria que produce esa esencia exacta de lo que acaece por primera vez, su identidad replegada con sumo cuidado sobre si misma, el milagro de regresar a esa inmovilidad  anterior a lo que es externo, accidental y sucesivo. 
Mientras escucho la Sinfonía núm.9 de Gustav Mahler la música desmadeja en mi cabeza un ovillo de recuerdos por cuyo hilo regreso a mi infancia  ligando las fisuras abiertas en mi corazón. ¿Cómo no perderse o distraerse en la infinidad de fenómenos que suceden a lo largo de toda la sinfonía y encontrar allí el  lugar sereno donde acaba el sufrimiento?.
Lo que el artista posee de “capacidad” o “potencia” artística, ya ha quedado íntegramente en la obra. El resto es lo que sobrevive tras la vieja piel abandonada por quien ha sabido guardar celosamente las distancias para reconocer en las cosas su inconmovible alteridad. Todo parece estar cerrado en cuatro movimientos, como si la disposición de la música nos hubiera sido dada para instalar cierto orden en el caos, pero con Claudio Abbado la Novena de Mahler refleja algo profundo e irreductible, expresa al hombre en cuanto tiene de esencial y particular. En manos  del  maestro milanés, Mahler se convierte en espacio en cuanto a atributo del tiempo; espacio que Abbado ocupa de manera sucesiva y consecuente: algo que en realidad es atemporal y simultáneo, tejiendo la enorme red de relaciones establecidas en la más absoluta disolución de la espera para encontrarse cara a cara con el principio  de las cosas. Como escribe Rafael Argullol en su último y exquisito libro La Danza Humana: " Nuestra realidad son los recuerdos, los sueños, los pensamientos, las premoniciones, los deseos, los mitos, las sensaciones, los juegos, las emociones. Todo, a excepción de lo que los otros proclaman que es nuestra realidad". Así, Mahler convoca mundos propios y específicos en toda su abundante serie de anotaciones, títulos, y rectificaciones que la suscitaron: "ese  tumulto insensato de la vida" y del "torbellino de la existencia"  semejante " a una sala de baile en la que las parejas jamás dejan de bailar"...
Pero ese aparente perpetuum mobile cobija un tiempo circular que exhibe en su eternidad de presente el cerco del aparecer y la vida latente arrojada en él. Las últimas notas del adagio de cierre son un camino que recobra, vacía y hasta anonada, una vereda por la que vas dejando detras de ti una niebla de la que naces a la luz; corresponden con la melodía de un verso de la cuarta parte de Kindertotenlieder (Canciones a los niños muertos) "Der Tag ist schön auf jenen Höhen" (El día es hermoso en las alturas", una obra que Mahler no quiso volver a dirigir tras la muerte de su hija. 
 La música se extingue hasta el final, con una indicación en el último compás: «erstebend», «muriendo» en la paz,  en el reposo, en el silencio absoluto, hasta que la vida regresa a su cauce en el  aplauso : Ewig, ewig, ewig...

Let's be careful out there 

domingo, 7 de mayo de 2023

El humor metafísico de Chiquito de La Calzada

 
Tengo tanto por imbécil a todo aquel que carece de sentido del humor como por indeseable a quien es capaz de pedir un gin tonic de Seagrams 0.0% sin sonrojo.
El humor es una reacción personal, temperamental ante las cosas, algo indefinible pese a la insistencia paradójica e infructuosa de los diccionarios en fijar su significado.
A algunos podrá parecer una boutade, algo que se sale del juicio común y pusilánime de la realidad, el hecho de que el humor pueda servir para  desenmascarar canallas y duplicarlos frente al espejo, y al hacerlo, liberar de lo trágico todo lo que tiene de irónico soltando parte del lastre que nos asfixia, pero se equivocan: sin sentido del humor somos una sociedad de esclavos tristes.
En lo que a mí respecta, el humor es terapéutico, me ayuda de un modo inmejorable a aliviar el malestar de náuseas y vómitos resistentes al ondasentrón que me causa oir la  monocorde cháchara totalitaria de Pedro" bello"  rechinando en lo cotidiano como un chirrido de tiza seca en la antigua pizarra de un parvulario memeces sin fin, anuncios de paquetes, paquetes y más paquetes de medidas para combatir el clima, repartir viviendas que no son suyas, asegurar  trato humano al migrante, por detrás y por delante, o la compra de una partida de un millón de mascarillas para vacas con el fin de atajar el CO2 contenido en sus eruptos.
El caso es que España, país pródigo en golfos y sinverguenzas, paradójicamente no ha tenido una tradición literaria humorística ( distinta cosa es  la picaresca) salvo el caso destacado de  Cervantes que hace gala en El Quijote de un pedagógico humor atronador.
 Al margen de la literatura, y dejando a un lado a Gila, ningún humorista español ha llegado a la altura de la insólita figura cultural de Chiquito de la Calzada. 
Chiquito fue palmero y cantador antes que cómico y conoció de primera mano el submundo del señoritismo andaluz. Entretenía tanto a los señoritos socialistas como a los  terratenientes de abolengo a golpe de palmas y cante por un más que  merecido rancho sustancioso. Chiquito no dejaba de ser para ellos un criado, parte de la servidumbre, un vulgar lacayo al que arrojar las migajas de una mesa suculenta fruto del  latrocinio social y privilegios de clase  o cuna.
 Hasta ahí, pase: la risa es siempre necesaria. Lo que no tiene ninguna gracia y produce un enorme hartazgo del país del que uno es natural es comprobar como la misma mugre política que firmó con él otrora suculentos contratos televisivos sin oponer objeción alguna al contenido de sus historietas satíricas, juzgue a toro pasado sus espectáculos de machistas, de vulgar pasatiempo, de  inmundicia antimoderna; es la misma caterva de paniaguados impregnados con el rancio olor a semén tras un finde de putas, y sus "reemplazos", quienes desprecian en tertulias al avezado maestro del absurdo, al consumado artífice del asombro, que expuso con la sutileza del gesto esbozado, con ese laconismo mímico y ceremonioso propio del Oriente, aprendido de las geishas durante una gira en Japón, (que en mitad de un ademán se vuelve atrás como maravillado por lo que acaba de hacer), todo el cinismo y la doble moral de una sociedad lacayuna y acomplejada. Esa inesperada reacción que congela el gesto, contenía todas las fobias y las culpas de un público adocenado, ansioso por una vía de escape en un plató de televisión. 
Y es que el humor es una concepción personal del mundo y de la vida; eso que los alemanes llaman Weltanschauung, y Chiquito tenía una.
Hégel explica en su Estética cómo el autor interviene, con su interpretación personalísima en el humor. «El humor—afirma—no se propone dejar un asunto desenvolverse de sí propio conforme a su naturaleza esencial, organizarse, tomar así la forma artística que le conviene. Como, por el contrario, es el artista mismo quien se introduce en su asunto, su tarea consiste principalmente en rechazar todo lo que tiende a obtener o que ya parece poseer un valor objetivo y una forma fija en el mundo exterior, en eclipsarlo y en borrarlo por la potencia de sus ideas personales, por relámpagos de imaginación e invenciones extrañas y chocantes.» 
Para Baroja, el humor es" un río disperso que en el si­glo XIX se remansó y se precipitó en una hermosa catarata"...hay  otras muchas y varias formas de entender el humor, y cada cual tiene la suya.
Yo tengo para mí que el humor más selecto no es un producto sajón, como quiere Taine, aunque en Inglaterra haya tenido el cultivo más sobresaliente, em­pezando por Shakespeare, pasando por Sterne, culminando en Dickens y llegando a Shaw, sino la ganga que se desliza lubricada en esa reivindicación ficticia de la libertad propia del hombre ibérico. 

Let's be careful out there 


jueves, 4 de mayo de 2023

Maillard y jarret

Y ahora, cuando estamos a punto de acabar, tal vez usted pueda decirme por qué se queda a oscuras la ciudad cuando el sol cae oblicuo como una lanza, y es verano.
Chantal Maillard, Matar a Platón 

Las marcas que dejan la conjunción de la escucha del concierto de Bordeaux de Keith Jarret con la lectura de la poesía de Chantal  Maillard son como surcos sutiles abiertos en el corazón que dilatan en su sístole tres interrogantes sin respuesta. ¿En qué estás, quién eres, de dónde has venido?
Hay múltiples voces dentro de su música. Algunas provienen de una larga tradición renovada por ambos creadores. En el caso de Maillard, la tragedia griega y la filosofía oriental, en Jarret, el eco dejado por Bach es perenne. Se registra asi mismo la voz, más cercana a nuestra endeble condición que nos pide a gritos vigor, que solicita en expresión de Eugenio Trías" la infusión de los siete dones que el Espíritu creador libremente dispensa a la inteligencia y voluntad de sus elegidos".
 Jarret y Maillard operan en tus cinco sentidos al alimón, te centrifugan en un mágico anillo de silencio para cercarte, para aislarte de la linealidad del tiempo que pasa, para fundirte en la fugacidad de lo eterno . Te rescatan del ruido externo para devolverte a un silencio que conmina a determinarse y decidirse. Cierras los ojos y te encuentras como si oyeras la voz de Amfortas: "¡cree, cree alma mía!. Nada ha sido en vano, nada se va a perder, todo resurgirá, todas las cosas volverán a ser. El mundo entero resucitará..."
 Te mutan te metamorfosean, te abren por un flanco a ese instante de madreperla con la limpieza de un escalpelo: a una vida pletórica, llena de nácar, a un frondoso mundo interior  lleno de deseo. Como decía Deleuze: " el acontecimento no es lo que ocurre, es en lo que ocurre lo expresado mismo que nos hace seña y nos espera..." Desconozco quien ha acercado el uno al otro hasta el final de este siseo de aguja sobre vinilo, ni falta que hace.

"¿ Debo añadir que el viento ululaba como un perro salvaje tras la puerta embestida?
No lo haré.
No me pregunten por el viento:
Yo no sé si lo había.
Y aunque así fuese, en todo caso, sería irrelevante."
Chantal  Maillard, Matar a Platón 

Let's be careful out there 




miércoles, 3 de mayo de 2023

Keith Jarret en Colonia. Repensar la escucha



Y el final del aliento que se retiraba del pecho a medida que se alzaba hacia unas alturas increíbles dejó subir tras de sí en el cuerpo enteramente desocupado el fujo salubre de un mar libre y ligero como la noche.

Julien Gracq, En el castillo de Argol

No había ninguna razón para que la  extraña noche del viernes 24 de enero de 1975 pasara a la historia. El viaje desde Lausana, donde había actuado el día anterior, se había convertido en un periplo incómodo y Keith jarret exhausto por el trajín y el desgaste del concierto ofrecido en la localidad suíza, llegó a Renania literalmente derrengado 
 Una vez dentro del Kölner Opernhausen el genio de Allentown  tiró de una tela polvorienta, abrió la tapa y al tacto descubrió un piano Bösendorfer mal afinado con algunas teclas que no respondían. Ni que decir tiene que el de Pensilvania comenzó a echar humo como una  locomotora del western Pacífic railroad  en pleno trayecto buscando una solución que  intentara abolir la aplastante violencia del azar.
Se llamó urgentemente al afinador para  intentar convencer a Jarret que de aquel maltrecho piano  podía sacarse música, es decir  para que hiciera lo mejor que pudiera un imposible. La producción estaba preocupada y Jarrett amenazó con despedir a los ingenieros de sonido encargados de la grabación. El concierto se perfilaba como una chapuza cuando Jarrett subió por fin al escenario. Todo empezó como una broma, ya que las primeras notas del concierto  eran en realidad como la campana de la Ópera de Colonia que, al sonar continuamente para invitar al público a entrar en la sala, había cabreado al pianista estadounidense. Irónicamente, estas pocas notas abren el camino a una improvisación de una riqueza y un magnetismo inigualables.
Lo que fascina en este concierto es la limpidez de la línea melódica, inmediatamente reconocible, la inventiva de las improvisaciones y la belleza de los acordes, a veces cercanos a un lamento romántico, a veces virulentos y arrebatados. Compuesto de cuatro partes, la última de las cuales es un bis, el Concierto de Colonia despliega una serie de improvisaciones lanzadas por Jarrett según un motivo inicial que sirve de marco, generando progresivamente variaciones sobre las tonalidades y los ritmos.
A menudo guiada por un firme ostinato de la mano izquierda, particularmente en la segunda parte, donde la nota Re se martillea casi continuamente en un rápido tempo de semicorcheas,  la mano derecha desarrolla variaciones en guirnaldas de notas sobre las que Keith Jarrett da rienda suelta a la improvisación. Tal es la belleza del Concierto de Colonia captado en el momento puro: estos largos minutos en los que el tiempo parece dilatarse nos permiten destacar los magníficos momentos en los que Keith Jarrett parece haber encontrado la nota que buscaba.
 Al permitir que un mismo acorde recorra compases enteros, Jarrett resalta la gracia de esos breves instantes en los que la música brota bajo sus dedos, creada en el mismo momento en que se escucha. De este modo, las improvisaciones del Concierto de Colonia recuperan la esencia misma de la música , su naturaleza efímera y volátil , y ofrecen una purificación de la creación musical en su forma más cristalina e inmediata. 
 Así, este concierto improvisado, se impuso inmediatamente como un clásico en el repertorio de Jarrett, y devenir pasado el  tiempo en una ofrenda musical.  Editado con la  austeridad habitual del exquisito  sello muniqués ECM , el concierto es como una gema en bruto recién salida de su ganga. Cuando se publicó el disco, las ventas se dispararon y el jazzista se convirtió en una estrella, hasta el punto de que el gran público a menudo aún sólo le conoce a través de esta grabación.
Luego vendrían docenas de grabaciones diamantinas  tanto en solitario como en la compañia de otros dos genios, Gary Peacok y Jack Dejohnette, formando a mi juicio el mejor trío de la historia del Jazz con permiso de Bill Evans . Pero esa es otra historia. 

Let's be careful out there 

martes, 2 de mayo de 2023

De las barricadas a las mariscadas

..."And art made tongue-tied by authority,
And folly doctor-like controlling skill,
And simple truth miscall'd simplicity,
And captive good attending captain ill..."
"...Y el arte amordazado por la autoridad,
y la tontería —en son doctoral— censurando al talento,
y la ingenua lealtad mal llamada simpleza,
y el bien cautivo, sirviendo al mal, su señor..."
William Shakespeare, Soneto LXVI

Toda civilización evoluciona conforme a las leyes de la naturelaza orgánica. Constituida por hombres, nos guste o no, crece por la fusión de un número diverso de ellos en un objetivo común, se desarrolla debido a un particular número de circunstancias y desprecia el adocenamiento. A veces resulta necesario un primer encuentro hostil para ir surgiendo poco a poco simpatías, embriagueces y experiencias que acortan las distancias en un intercambio recíproco que acaba abocándobos a deliberar o a matarnos. En ese do ut des, aprendemos que lo interesante del asunto es que durante el proceso, salen a la luz la personalidad y el carácter cambiantes de todos los implicados y que no hay otro modo de asegurar una vida libre que negociando unas obligaciones mutuas que sirvan de referente para el  desarrollo libre de una sociedad sana y próspera.
Aquí, la palabra comprensión adquiere verdadero significado como el arte de penetrar en la vida humana y entenderla desde dentro. Pero se comprende con el sentimiento y con la voluntad no siguiendo directrices y obedecieno órdenes. Comprender significa realizar un acto personal en el que uno trata de ponerse en el lugar del otro. La comprensión es emocional y cognoscitiva, activa y práctica.  
Ortega y Gasset indica como método para la comprensión, el amor, y ese vislumbre requiere amar algo o a alguien con verdadero compromiso. Digámoslo de una vez por todas, comprender requiere amar, una actitud emocional positiva que permite el resplandor de valores imperecederos que nos hacen mejores. Si no somos capaces de asimilar esto y actuar en consecuencia caminaremos hacia la absoluta descomposición hasta terminar convertidos en el holograma degradado de Yoli, Alberto, María Jesús, o Irene, cuatro absolutas calamidades ministeriales, que arropadas por Unai y Pepe secretarios generales del crimen sindical organizado reclaman el día 1 de Mayo la subida salarial, el ajuste de precios y el reparto de los  beneficios empresariales como si no fuesen ellos quienes estuvieran gobernando. La covacha convertida en pasarela cibeles. Para llorar.

Let's be careful out there