lunes, 2 de mayo de 2022

Distópico Shangri-La. Una tarde en el ballet.

"Odio la niebla, la temo.
- Por eso la amas. La temes porque es más fuerte que tú. La odias, porque la temes. La amas, porque no puedes dominarla. Pues solamente cabe amar lo indomable."
Yevgueni Zamiatin.

En el año 1927, Edward Hopper pinta un cuadro titulado Two on the aisle. Este cuadro representa a una pareja ocupando los asientos antes del comienzo de un espectáculo que podría ser una opera, un ballet o cualesquiera.
 Se trata de un momento de quietud en el que el individuo se acomoda y espera a que se apaguen las luces, de ese instante preciso en el que su mirada analítica vuelve a ser mágica pues se pone en  manos de una expectativa. Es el momento inicial de una experiencia en la que se sentirá dentro de una representación. Cabe destacar a la mujer del palco absorta en un libro pues, si bien la creación y la expectativa se producen en un tiempo y contexto concretos, es finalmente el espectador quien crea la imagen. Una imagen siempre mediatizada por la fecunda relacion establecida entre el discurso incrustado en la representación y las relaciones dialécticas capaces de generar nuevos significados .
 En este sentido, el encadenamiento de la música de Unsuk Chin con la coreografía de Marco Goecke genera una intersección que  coloca al espectador al borde de un abismo nebuloso que engulle interrogantes.  
 "Mannenquin" es la primera referencia de la compositora coreana a la danza que  refleja una fascinación por el potencial de movimiento del cuerpo humano y sus capacidades expresivas. Es  una música muy gestual que desafía las percepciones de tiempo espacio. La obra no tiene relación alguna con las estructuras codificadas del ballet clásico; en cambio, explora contrapuntos, extremos de color, celeridades y apariencias con una tensión constante entre fuerzas.
 Una música basada en las  visiones de pesadilla del cuento "El Hombre de arena" de E. T. Hoffmann sobre la que el genio de Marco Goecke ilumina una distopía ocupada por seres humanos  fusionados con máquinas, cerebros virtuales conectados a una red real en la que cada hilo es un vector que anhela el abrazo.
  A lo largo de los cuatro movimientos hay una fina capa de efectos de percusión que incluyen campanas, maracas y silbatos de todo tipo.
La pieza se abre con un toque de campanas centelleantes y trinquetes que se asemejan al sonido de un juguete de cuerda. Una lámina cristalina de armónicos de cuerdas, que flota en lo alto, se transforma lentamente en figuras agitadas para cuerdas y vientos que se lanzan en todas direcciones hasta su clímax.
Abre el segundo movimiento un tiempo plomizo con grandes metales fusionándose gradualmente en narcóticos riffs.
Los dos movimientos finales están conectados sin pausa ni pulso con ritmos extraídos de maracas, bloques de madera y pizzicatos de violín. Los pulsos construyen  gruesas paredes sonoras culminando en un crescendo que ansía crecer desde cero: todo abraza el expresionista paisaje de gestos y movimentos desarrollados con esmero por un elenco magnifico de bailarines elegidos ad hoc, creado por Marco Goecke con precisión de filigrana .
Goecke trata de crear ua coreografia  acorde con la mentalidad moderna y las nuevas realidades, tomando como modelo a las máquinas y sus consecuencias sobre los individuos. Elementos propios de la sociedad contemporánea tales como la fuerza, la rapidez, la velocidad, la energía, el movimiento, la deshumanización,  quedan reflejados de forma perfecta en Sweet bones' melody. 
Todas estas características, propias del movimiento futurista, son subvertidas por el expresionismo del genio alemán en un torbellino de trabazones, de golpes, de abrazos, de juegos, de accidentes, de gimnasia danzística sobre un un paisaje de Caspar Friedrich.  
Se diría que Goecke  ha tomado la decisión de borrar todo contenido posible: político, social, incluso iconográfico de cada elemento figurado, para doblegarlo a un criterio más pertinente (un gesto en movimiento, un esquema compositivo) para, a renglón seguido, someterlo a un orden rítmico y extático que lo engulle todo con la intención de enfrentarnos a nuestra  imagen especular  convertidos en piezas de  intercambio.
 Lo espectral ejerce una fuerza violenta sobre el lenguaje de las definiciones, se ve asediado, da rodeos, saltos, cae en paradojas hasta que finalmente, y sinsospechar que está sujeto a la sombra de su cuerpo el espectro de forma infructuosa intenta escapar de. El fantasma no admite afirmaciones que se conjugan con el verbo ser, sin embargo se presenta, aparece y reaparece, toma lugar y toma cuerpo. Lo espectral aparece con la condición. Si hay cuerpo, entonces también hay posibilidades para que aparezca el fantasma. Si hay algo como la espectralidad, hay razones para dudar de este tranquilizador orden de los presentes, y sobre todo de la frontera entre el presente, la realidad actual o presente del presente, y todo lo que se le puede oponer: la ausencia, la no-presencia, la inefectividad, la inactualidad, la virtualidad o, incluso, el simulacro en general.
  Nietzsche propuso una nueva noción de la escena "a través de una nueva idea de cuerpo en movimiento,  un movimiento capaz de conmover el espíritu fuera de toda representación,  de convertir al movimiento mismo en una obra sin interposición, de sustituir por signos directos las representaciones mediatas, de inventar vibraciones, rotaciones, torbellinos, gravitaciones, danzas o saltos que alcancen directamente al espíritu. Esta es una idea de hombre de teatro, una idea de escenógrafo, adelantándose a su tiempo." 
  Goecke es uno de esos adelantados que posee un lenguaje propio e inconfundible en el que el  gesto y el  movimiento están al servicio de la expresión de aquello que las palabras no alcanzan a formular; en el que el cuerpo adquiere la elocuencia de un sonido corporeizado.
En suma, Sweet bones melody cruje, muele  y tritura la fascinación por la mentira que intentan imponernos quienes manejan un sistema neurótico en el que cada vez resulta más tormentoso expresar lo inexpresable.

Let's be careful out there.