jueves, 21 de marzo de 2024

Kantorow, la búsqueda de la trascendencia.

[..] Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Antonio Machado, Soledades.

A luz mudava de lugar quando a linguagem mudava de lugar os objectos. O poder das palavras insinuava-se contra o inverno. As crianças corriam à beira do lume como se nas páginas de nenhum livro pudesse a tempestade acolher-se de novo.
José Carlos  Barros, Taludes Instáveis


La idea de la vida como viaje fue un lugar común entre los románticos del siglo XIX. Algunos de ellos, como Franz Liszt, fueron además incansables viajeros, con intensas experiencias vitales que luego se reflejaron en su obra. Después de dos años de estancia en Ginebra, Franz Liszt y Marie d’Agoult iniciaron un viaje por Italia, que duraría otros dos años. Para el verano de 1837 ya estaban instalados en los lagos de la Lombardía, y a orillas del lago Como, en Bellaggio, nacería su segunda hija, Cósima, quien con el tiempo se casaría con Richard Wagner. Los frecuentes viajes a Milán le permitieron a Liszt entrar en contacto no solo con la inmensa biblioteca de Ricordi y con el frenético mundo operístico de La Scala, sino también con la pintura de Rafael y su famoso Los desponsorios de la Virgen (de 1504, Pinacoteca de Brera, Milán).

 Esta pintura inspiró la composición de “Sposalizio” que abre el segundo libro de sus Années de pèlerinage. Italie, una pieza de espíritu sencillo, transparente y lírico, en sintonía con la simetría y pureza del cuadro de Rafael, y sin duda ,uno de los más importantes de la literatura pianística de todos los tiempos.
Entre la primavera de 1838 y el final de 1839, la pareja estuvo viviendo en Venecia, Roma -donde Marie dio a luz a su tercer hijo- y Lucca. Esta inmersión en la cotidianidad italiana impulsó un cambio en los hori­zontes artísticos de Liszt, intensificando su interés por la literatura y la pintura, y explorando con su música correspondencias entre las distin­tas artes. El segundo libro de Années de pèlerinage es la síntesis perfecta de este pensamiento. Así “Il penseroso” está inspirada en la escultura homónima realizada por Miguel Ángel para la tumba medicea de San Lorenzo en Florencia, una música melancólica, sombría y marmórea. Por su parte, la “Canzonetta del Salvator Rosa”, una pieza breve de aire popular, parte de un poema del polifacético artista Salvator Rosa ,mientras que las cuatro siguientes piezas del ciclo se basan nada menos que en los dos grandes poetas de las letras italianas: Petrarca (1304-1374) y Dante Alighieri (1265-1321). La pieza que culmina este segundo volumen de los Années, popularmente conocida como “Sonata Dante” es la más elaborada de todo el ciclo y anticipa en su concepción cíclica la monumental Sonata en Si menor.  Los tres sonetos de Petrarca se encuentran entre las obras más célebres del catálogo pianístico de Franz Liszt. El músico húngaro compuso estas piezas inspirándose en tres sonetos del poeta italiano, quien escribió aquellos versos a una joven de la que estaba enamorado platónicamente. Liszt comenzó a trabajar en estas composiciones para voz y piano en la década de 1830 pero no se publicaron hasta 16 años después. También realizó una versión para piano solo. Los tres sonetos de Petrarca son: el número 47, el 104 y el 123. Estas piezas sufrieron a lo largo de los años muchas revisiones y cambios, pero de lo que estoy seguro, es de que nadie los ha tocado jamás  con la  abrumadora exquisitez  de Kantorow. En su interpretación del  Soneto 104 ya introduce un discurso en el que pasión, amor y muerte se entremezclan, y que el genio francés fusiona con una precisión de filigrana, articulando con pasmosa claridad y ligereza las florituras, pero alambicando todo lo que hay en esta música de ominoso, como lo hay también en los propios versos del poeta.
 En uno de sus artículos publicados en Era Azul, Alvaro Cunqueiro escribió que "nada importa más que el hombre y es de él de quien hablamos, del hombre libre y caudal, el de la cabeza en alto, la luz en los ojos, la palabra en la boca y la riqueza infinita de los gestos y movimientos." De este modo, calado por la lluvia de ese espíritu, el jovencísimo francés camina por los senderos de este espectro discontinuo de múltiples frecuencias creado a partir de una luz única y total que es Liszt. Diré sin reservas que pareciese  no buscar ninguna sombra, ni anhelar nada, ningún pasado, ningún presente efímero, ningún tal vez, ninguna  forma que no tenga la concreción pulsante de carne y hueso reales, su vulnerabilidad al dolor o al placer. Kantarov se aproxima  a la búsqueda para desenredar algunos hilos de esa luz incisiva que brilla resplandeciente en medio del ajetreo como filamentos incandescentes enredados en cada día, en cada hora en la que casi todo esta por hacer,  llevándonos por  rincones laberínticos de sabores paladeados en resonancia con esas piezas luminosas que nos ofrece como manzanas de las Hespérides a traves de cuyas grietas podemos ver con nuestros oídos, la idea de la vida como un recorrido de ida y vuelta sin esperar la aparición resolutiva  de ningún 'Deux ex machina".

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