viernes, 29 de marzo de 2024

Eucaristía

 "Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás".
Juan 6,35.

En sentido general llamamos  "transubstanciación" a la transformación de una substancia en otra substancia completamente diferente de la primera. En sentido estricto se llama "transubstanciación" a la explicación que dan los teólogos católicos de la conversión del pan y el vino en cuerpo y sangre de Cristo en la consagración durante el Sacrificio de la Misa. Es este segundo sentido el  que me interesa resaltar aquí.
Según el dogma católico, el pan y el vino al ser consagrados no pierden sus accidentes, pero cambian su substancia, ya que lo que está real- mente-substancialmente presente en el pan y el vino es el cuerpo y la sangre de Cristo. Muchos teólogos no católicos que admiten la consagración del pan y del vino sostienen que la presencia de Cristo en ellos es única- mente simbólica, pero los teólogos ca- tólicos rechazan la "interpretación simbólica" según la cual Cristo se halla en el pan y el vino solamente como un signo o una figura, (rechazo pronunciado en el Concilio de Trento ) , y sostienen, de acuerdo con el pronunciamiento del Concilio, que "en el sacramento de la muy santa Eucaristía se halla contenido verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre, así el alma y la divinidad de cristo entero". Es decir, que Jesucristo está entero en cada una de las especies consagradas y no solamente en carne en el pan y en sangrë en el vino. Esta observación es necesaria, porque el estar "todo él entero" elimina la posibilidad de que esté únicamente en "signo y figura", ya que en este último caso habría que admitir una diversificación y, por tanto, misterios distintos. Esto pone de  relieve que el rechazo de la llamada "interpretación simbólica" no equivale necesariamente a la adhesión a un "realismo ingenuo". En rigor, muchos teólogos admiten que Jesucristo está entero en el pan y en el vino también como símbolo de una realidad sagrada, pero no solamente como tal símbolo. El concepto de transubstanciación es el usado por los teólogos con el fin de explicar, en la medida de lo posible, el "misterio de la Eucaristía". Tal concepto se basa, naturalmente, en la idea de substancia y en la idea de la relación entre substancia y accidentes. "Normalmente", una substancia determinada no es concebible sin sus accidentes, y, a la vez, los accidentes son concebidos como inheriendo en la substancia. Por tanto, "normalmente", se admite que si bien pueden cambiar los accidentes sin cambiar la substan- cia, no puede cambiar la substancia si permanecen los accidentes, ya que en tal caso los accidentes estarían, por decirlo así, "en el aire", sin su subs- tancia. Ahora bien, lo último es lo que se afirma en el concepto teológico de
transubstanciación. Para que la tran- substanciación sea posible es menes- ter admitir una intervención especial de Dios: sólo Dios, escribe Santo To- más (Cfr. S. theol., III, q. LXXVII, a 1), puede producir efectos de causas naturales sin que intervengan las causas naturales. Ello parece colocar la noción de transubstanciación fuera de toda comprensión racional. Sin embargo, muchos teólogos ponen de relieve que, aunque en última instan- cia el sacramento de la Eucaristía sea un "milagro", o, como algunos pre- fieren, un "prodigio", y, por tanto, escape en gran parte a la razón, o cuando menos a la limitada razón hu- mana, ésta puede realizar todavía un esfuerzo para comprender en la me- dida de lo posible tal "milagro" o "prodigio". Tal ocurre cuando se se- ñala que los accidentes del pan y del vino siguen siendo tales accidentes, y siguen siendo percibidos con las cualidades que les corresponden, por- que hay una realidad que sigue "so- portándolos". Esta realidad no es ya su anterior substancia, que se ha trans- formado por entero, pero es el Ser mismo, que es fundamento de toda realidad y, por ende, de toda substancia. Dicho todo lo anterior, todo el edificio escolástico no es más que una gigantesca estructura de humo sin la participación de la única condición necesaria y suficiente  para su sostenimiento, que no es otra que la fe y el sentido de trascendencia de todo el Misterio. Con este sentido último, convoquemos a la Palabra y entablemos con ella el diálogo al que nos quiera llevar el alma.

Lc 22,19-20: "Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama".

Jn 6,35: "Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás".

1Cor 11,26: "Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga".

Let's be careful out there 


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