jueves, 19 de octubre de 2023

Tous les matins du monde

Empujó la puerta que daba a la balaustrada y al jardín trasero y de repente vio la sombra de su esposa muerta de pie a su lado. Caminaron por el césped y él empezó a llorar suavemente de nuevo. Caminaron hasta el barco. La sombra de Madame de Sainte Colombe subió a la barca blanca mientras él sujetaba el borde y la mantenía cerca de la orilla. Se había arremangado el vestido para poner el pie en el húmedo suelo de la barca. Se enderezó. Las lágrimas corrían por sus mejillas. Murmuró: - No sé cómo decirlo: han pasado doce años pero las sábanas de nuestra cama aún no están frías".

El 13 de septiembre de 1993 se firmaba la Declaración de Principios entre la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) e Israel, conocida más genéricamente como los Acuerdos de Oslo. Tres décadas después, la situación humana y política de los territorios palestinos está considerablemente peor que antes. Lejos de las expectativas suscitadas entonces, se ha ampliado la ocupación, reforzado la dependencia palestina de Israel y eliminado la posibilidad de un Estado palestino viable. Pese a los avances de la cuestión de Palestina en la esfera internacional, no existe ninguna iniciativa ni compromiso internacional significativo que abogue por su defensa de manera efectiva. Por el contrario, se observa un palpable abandono de los esfuerzos políticos y diplomáticos en esa dirección entre las grandes potencias mundiales, regionales e, incluso, Estados árabes. Nada de esto excusa la excepcionalidad israelí como expresión de un arcaico, ilegal e inmoral colonialismo de asentamiento y régimen de apartheid. La pasividad o la neutralidad no son más que expresiones de complicidad ante situaciones de injusticia. Vivimos en un mundo de memos y cretinos amorales que nos impulsa a tomar partido por alguna causa anulando la postura contrario de manera radical  sin el más mínimo análisis de la cuestion en litigio. Basta con arrasar, destruir o cualquier otra forma de llevarnos a la ruina. En medio de tanta abyección uno se encuentra con que la editorial Galaxia- Gutenberg ha reeditado la pequeña joya de Pascal Quignard" Todas las mañanas del mundo" . Una vez más, vuelvo a abrir sus páginas, enchufar mi reproductor NAD, depositar a Jordi Savall en su dispositivo óptico, darle al play y mandar a toda cuanta mugre rodea al mundo a tomar por el culo.

[...] "Sainte Colombe se encerró en casa y se consagró a la música. Trabajó durante años con la viola y se convirtió en un maestro conocido. En las dos estaciones que siguieron a la desaparición de su esposa se ejercitó hasta quince horas al día. Había mandado construir una cabaña en el jardín, en las ramas de una gran morera que databa del señor de Sully. Cuatro peldaños bastaban para encaramarse a ella. Así podía trabajar sin molestar a las pequeñas, que atendían a sus clases o a sus juegos; o también después de que Guignotte, la cocinera, las hubiera acostado. Juzgaba que la música habría entorpecido la conversación de las dos niñas que parloteaban en la oscuridad antes de dormirse. Descubrió una forma distinta de sujetar la viola entre las piernas sin que descansara en la pantorrilla. Añadió una cuerda baja al instrumento para dotarlo de una posibilidad más grave y con el fin de proporcionarle un timbre más melancólico. Perfeccionó la técnica del arco aligerando el peso de la mano y cargando la presión solamente en las cerdas, con ayuda del índice y el medio, lo cual hacía con asombroso virtuosismo. Uno de sus alumnos, Côme Le Blanc el Viejo, decía que lograba imitar todas las inflexiones de la voz humana: desde el suspiro de una jovencita hasta el sollozo de un hombre entrado en años, desde el grito de guerra de Enrique de Navarra hasta la suavidad del aliento de un niño que se aplica y dibuja, desde el estertor desordenado al cual incita a veces el placer hasta la gravedad casi muda, con poquísimos acordes, y poco variados, de un hombre concentrado en la plegaria".


Let's be careful out there 

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