viernes, 24 de marzo de 2023

Fiesta de los maniquíes.

«¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Qué habré hecho yo para merecer esto? Habría sido preferible quedarme sin un brazo, o sin una pierna; o, incluso, podría pasármela sin orejas. Pero ¿qué diablos es un hombre sin nariz? Nada. Ni un pájaro ni un ciudadano. Es nada, una cosa que puede, simplemente, arrojarse por la ventana. Si el percance hubiera ocurrido en la guerra o en un duelo o por culpa mía. Pero ¡ha desaparecido sin más ni más, a lo tonto!… Aunque… no, no puede ser —añadió después de pensarlo un poco—. Es inconcebible que desaparezca una nariz. Completamente inconcebible».
 La nariz. Nikolái Gogol

El grado de blandura anclado en la falsa seguridad que se adquiere tras haber alcanzado cierto grado de poder se resume en la categoría llamada "tontos con Balcones a la calle". A esta categoría han reducido a Santiago Abascal quienes lo convencieron de la oportunidad de la presentación de una moción de censura y de la idoneidad de la figura de Tamames como candidato a la presidencia  de gobierno, olvidando que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. El desatre podría aventurarse desde el momento en el que dias antes se filtró el discurso del reputado economista, que de forma vergozante ha sido puesto a la venta ayer en Amazon por 4.75 €( la pela es la pela aunque seas madrileño), y en lo inadecuado de confundir una lección magistral universitaria con el mecanismo politico de iniciativa parlamentaria en el que consiste la  Mocion de censura. Mecanismo que  tiene como objetivo hacer efectiva la responsabilidad del gobierno con una garantía mínima de éxito, lo cual no fue nunca una opcion real al no contar el candidato con la eventualidad de lograr la mayoría absoluta de los votos.
 Lo que se conoce en el derecho comparado como una moción constructiva se desfiguró en comedia de Arniches con  final grotesco.
Escribe Bulgákov que el asunto central de las sátiras mayores no es el nuevo vicio, sino el vicio de siempre, reapareciendo en sociedades que imaginaban ser nuevas pero que no eran sino la repetición reiterada del mismo engaño. En otras palabras, todo el protagonismo reservado al candidato se lo birló  Sánchez que aprovechó la ocasión para asomarse al balcón sin límite de tiempo y colocar toda una retahíla de propaganda en defensa de su gestión progresista, feminista , ecológica y demás tópicos de la agenda globalista para la que ejerce de útil botones.
  Burócrata vanidoso, arrogante, obsesionado con su aseada apariencia,( siempre con traje perfectamente planchado y afeitado de luxe ), imbuido de sí mismo, palurdo, inmoderadamente fatuo y arribista, a Sánchez no le duele la cara de mentir sino de ser tan guapo.
A mayor abundamiento, un algo flotaba por encima de  las trincheras del hemiciclo, y de ese algo surgió como un troyano la nariz de Yoli. Nadie ignora que La nariz de Yoli no es una nariz cualquiera, que tiene vida propia,  que no se conforma con ser una nariz de vicepresidenta sino que  huele, que  aspira a la Moncloa. Abogada de secano cuyo único trabajo ha  consistido en medrar y vivir de la política Yoli arrimó el ascua a su sardina  para presentar su nuevo proyecto político en medio de un jolgorio propio de reunión asamblearia y con la aprobación de la sonrisa fingida "máis falsa ca unha burra vella" de Sánchez.
Si España fuese, que no lo es, una comunidad política, moderna y articulada, cabría la posibilidad de que los sujetos investidos de poder político temiesen las criticas no sólo de aquellos a los que compete controlarlos institucionamente sino tambien de una sociedad civil madura y crítica que exige responsabilidades a sus gobernantes; de eso que el jurista italiano Ugo Rescigno denominó responsabilidad difusa, que no es más que aquella que puede ser ejercida por partidos, sindicatos, medios de comunicación y grupos sociales organizados, todos ellos por desgracia mudos, complacientes con el poder, comprados o  subvencionados( 400 millones reciben  en publicidad estatal)  cuando no directamente cómplices de sus fechorías. 
Decía Deleuze  que el pensamiento es el conjunto de fuerzas que se resiste a la muerte, ése es su vitalismo. Pensar es resistir, y entonces filosofía, política, y crítica son un mismo movimiento. Es este un funcionamiento donde lo esencial del pensar no está en el pensamiento sino afuera, en lo que fuerza a pensar. Por desgracia con la pueril justificación de que si somos así o asao, esa actitud hace tiempo que se ha marchitado en el ánimo de la mayoría de los españoles. Y así nos va.  ¡Qué envidia de franceses!

Let's be careful out there 

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