domingo, 3 de marzo de 2024

El ruido y la furia

Era el momento,estaba lejos, pero sabía que llegaría.
Tadej pogacar, declaraciones tras la Strade Bianche 2024

El núcleo de la literatura de Juan Carlos Onetti supone un intento obcecado por habitar ese universo designado como Santa María. El camino que culmina en la fundación tal microcosmos se inicia en El pozo y se consolida definitivamente en La vida breve, obras que dibujan un argumento y una trama: la historia de un solitario que entre sueños, recuerdos e invenciones descubre una cierta reparación de su hastío, un mundo paralelo donde puede ser con las posibilidades que le ofrece la imaginación. Así se nos revela la ciudad portuaria donde encontramos el astillero como metáfora del fracaso. Con Onetti transitamos por calles arboladas que van a morir al muelle; descubrimos el prostíbulo, el bar del Plaza, parques y restaurantes que dan cobijo a personajes como Larsen, Díaz Grey, Angélica Inés, Petrus, Moncha Insurralde, que se imponen con su carga de vida y desolación.
También, en la Toscana existe una Santa Maria ajena al mundo literario del genio de Montevideo, pero con una dimensión mítica pareja , y esta tarde,  allí, Tadej Pogacar bajo el aguacero toscano ha descargado una nueva  tormenta épica, propia de aquellos  gigantes que escriben sobre ruedas cantares de gesta de con una caligrafía de embargadura ciclópea.
Faltaban 82 km para el final cuando en el 14% de la tierra  de Santa María, literalmente el esloveno salió disparado , como si más que en la bella Italia estuviera en Cabo Cañaveral y en cuestión de tres kilómetros dejó resuelos los 212 de los que constaba en esta edición la clásica toscana. En el mismo lugar  ( sector octavo) en el que en varias ocasiones anteriores Cancellara dijera también au revoir a sus rivales, Tadej se propulsó sin levantarse del sillín y sin mirar atrás sabedor de su absoluta superioridad, para de ahí en adelante dedicarse a realizar un  mero entrenamiento. 
Si para decidir si algo es bello o no , referimos la representación ( segun premisa Kantiana), no mediante el entendimiento al objeto para el conocimiento, sino mediante la imaginación ( unida quizá con el entendimiento), al sujeto y al sentimiento de placer o de dolor del mismo, pocas cosas resultan más bellas que la mezcla de la libertad de la bicicleta y un paisaje anonadante que respira cualidad. Cualidad  siempre ajena al debate anestesiante y vacuo propio de idiotas lectores del AS en el que se trata de dilucidar con argumentos propios de Cantinflas si la Strade Bianche debe de  adquirir  o no la categoría de sexto monumento.
Pero volviendo a lo sucedido esta tarde en Siena, Tadej comenzó su campaña como terminó la temporada pasada: ¡ganando! Quizás había olvidado que el recorrido había sufrido algunos cambios este año, volviéndose más largo y duro, con cuatro sectores de tierra y 30 km añadidos al trazado original. Así, básicamente atacó en el mismo punto donde lo hizo hace dos años, en el nunca decepcionante tramo de Monte Sante Marie, solo que esta vez faltaban 80 km para llegar a la meta y no 50. No parece poca cosa, porque a 10 km el esloveno ya había conseguido una ventaja de dos minutos sobre un grupo perseguidor en el que estaban campeones como Tom Pidcock, Matej Mohorič, Sepp Kuss y Christophe Laporte, por nombrar sólo algunos. A falta de 60 km, la Strade Bianche de este año había terminado como competición. Valdría incidir en que hablamos de que tipos como Pidcock, ( último vencedor), Morohic, Skujins, o el irlandés Healy parecían triatletas de mercadotecnia ante el ruido y la furia del pequeño mozart esloveno. Y es que el ciclismo de Pogacar tiene rasgos mozartianos, aquellos que tienen que ver con el equilibrio, la gracia, y el refinamiento, y Tadej, lo he dicho en otra ocasión, es el único ciclista en activo que sólo lucha contra sí mismo.
Así pues, glorioso inicio de la temporada ciclista" de verdad" que presagia toda una larga serie de venturas y  emociones fuertes, exclusivas, de una belleza incómoda, casi violenta, para todos aquellos papanatas defensores de una despreciable y repelente inclusividad de huevo huero. 
Casi lo olvido, no toquen los huevos más: los monumentos son cinco, joder.

Let's be careful out there 

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