sábado, 9 de marzo de 2024

Brevísima hermenéutica en Re menor I

La novedad y unicidad, lo específicamente mozartiano, yo diría que no son cualesquiera factores particulares refundidos o rasgos individuales destacados, sino que es la totalidad en su unidad superior enraizada en la libertad del espíritu, es, inconfundiblemente, el propio Mozart en su música.[...]
Y mirando con mayor atención la indole de la fe constatamos que toda la labor detectivesca realmente no serviría en este caso, ni aun recurriendo a procedimien de los analistas tos psicoanalíticos, para descubrir agravantes serios y no digamos material para una crónica escandalosa. Porque en la gran controversia entre críticos y apologistas de Constanza no voy a terciar aquí. En cualquier caso, cabrá inferir que un desesperado de los hombres y de Dios, uno que ha tirado la toalla, ése no habría trabajado infatigablemente hasta sus últimos momentos. En ese año de 1791, el de su muerte, no habría podido componer, aparte de minuetos, danzas ale manas, bailes tiroleses (Landler) y contradanzas, la vitoreada Flauta mágica y aquella ópera para la coronación intitulada La clemenza di Tito, ni el Ave verum, la Pequeña cantata masónica, el Concierto para piano en re mayor acaso el más suave de los suyos ni el Concierto para clarinete. No habría mandado ensayar ante su mismo lecho de muerte, en la misma noche precedente a su fallecimiento inesperado, el Réquiem, obra última e inacabada [...]
Hans Küng, Música y religión ed. Trotta.

Introitus
(Coro)
Requiem aeternam dona eis, Domine  Dales el descanso eterno,Señor,
et lux perpetua luceat eis.                          y la luz perpetua los ilumine.  
(Soprano)
Te decet hymnus, Deus, in Sion,   Mereces un himno, Dios, en Sión
et tibi reddetur votum in Ierusalem.         y te ofrecerán votos en Jerusalén.
(Coro)
Exaudi orationem meam,
Escucha mi oración,
ad te omnis caro veniet.                            todos los cuerpos van a ti.


El introitus, representa una actitud  ante la muerte. Se trata de un cortejo fúnebre». Nos recuerda a una marcha fúnebre, además el tema inicial lo exponen el fagot y el corno di bassetto (familia del clarinete) en un contrapunto imitativo (la melodía se expone 4 veces, aunque a alturas diferentes), unos instrumentos que en la Viena de finales del siglo XVIII se relacionaban con la muerte.
Seguidamente, los bajos (cantantes del coro) retoman el tema principal con las palabras «requiem aeternam«.  Para estas palabras Mozart escribe notas muy largas y lentas, que parecen eternizarse; una melodía que simboliza la eternidad de los muertos.
Más adelante el coro hace una intervención en la que el texto dice «et lux perpetua luceat eis» (y la luz perpetua los ilumine), que corresponde con un nuevo color, una actitud, digamos, más optimista. Se da un cambio a tonalidad mayor y ,entre otras cosas, vemos así esa «luz». La soprano solista canta una oración y el coro contesta en forte «exaudi orationem meam, ad te omnis caro veniet» (Escucha mi oración[Dios], todos los cuerpo van a ti). Es una especie de llamada de atención a Dios ese «exaudi» en forte.

Kyrie
(Coro)
Kyrie eleison.                                      Señor, ten piedad.
Christie eleison.                                    Cristo, ten piedad.


Se trata de una súplica desesperada de compasión, misericordia, piedad.
Nos sorprende el salto tan forzado que hace la melodía a las pocas notas de empezar. Es un salto de "séptima disminuída descendente " y se viene utilizando desde el barroco para expresar extrema desesperanza y dolor; se le llama saltus duriusculus. 
Este Kyrie es una fuga en toda regla. Se puede ver claramente que el material melódico (sujeto de la fuga) se va repitiendo constantemente a lo largo de toda la pieza en distintas tonalidades. Además escuchamos series de muchas notas rápidas que, digamos, acompañan a la melodía (es el contrasujeto de la fuga).
Cabe destacar la cadencia tan amarga que escribe el compositor al final de la pieza. Consiste en no resolver la música como conjunto donde se espera. Su resolución da una sensación de inestabilidad, amarga, agria, confusa. A esta cadencia se le llama dubitatio.

Sequentia
En esta parte  del réquiem se anuncia el Día del Juicio Final ante Dios y consta de 6 piezas.
Dies Irae
(Coro)
Dies irae, dies illa
 Día de ira aquel día
solvet saeclum in favilla,                          en que los siglos serán reducidos a cenizas,
teste David cum Sibylla.                            como profetizó David con la Sibila.
Quantus tremor est futurus ¡Cuánto temblor habrá en el futuro
quando iudex est venturus
cuando venga el juez
cuncta stricte discussurus 
a exigirnos cuentas rigurosamente.


 El mensaje que se nos envía , no cabe duda, es terrible .Pero lo que realmente destaca de esta pieza es cómo Mozart pone al servicio del texto su música: nos transmite una sensación muy angustiosa con el tempo desenfrenado, motivos que ascienden y descienden entre mezclados con la melodía del coro, la agresividad de las trompetas, las notas batidas de la cuerda, etc. Con la música añadida al texto nos encontramos ante un ejemplo supremo de angustia.Especial importancia tiene el tratamiento que hace Mozart de la frase «Quantus tremor est futurus» (cuánto temblor habrá en el futuro) en el momento en que la cantan solo los bajos del coro. Es la figura del tremolans y simboliza estados de terror, pánico, angustia… Las voces, junto a los instrumentos, hacen una especie de temblor que crea inestabilidad para transmitirnos ese temblor del que nos habla el texto.

Tuba Mirum
(Bajo)
Tuba mirum spargens sonum                  La trompeta, esparciendo su asombroso sonido
per sepulcra regionum
por los sepulcros de las regiones,
coget omnes ante thronum.
reunirá a todos ante el trono.
(Tenor)
Mors stupebit et natura 
La naturaleza y la muerte se asombrarán
cum resurget creatura                                cuando resuciten las criaturas
judicanti responsura.                                  para responder ante el Juez.
Liber scriptus proferetur                          Y por aquel profético libro
in quo totum continetur                            en que todo está contenido
unde mundus iudicetur.                            el mundo será juzgado.
(contralto)
Iudex ergo cum sedebit
El juez, pues, cuando se siente,
quidquid latet apparebit,                            todo lo oculto saldrá a la luz,
nil inultum remanebit.                                nada quedará impune.
(soprano y cuarteto)
Quid sum miser tum dicturus?                  ¿Qué podré decir yo, desdichado?  
Quem pratonum rogaturus,
 ¿A qué abogado invocaré
cum vix iustus sit securus? 
cuando ni los justos estén seguros?


A pesar de que al principio del texto se dice «La trompeta (del Día del Juicio), esparciendo….», el solo lo hace un trombón. Cuando el cantante dice «Tuba mirum spargens sonum», el trombón hace una melodía con la que precisamente hace «dispersar» el sonido.
Una vez más se hace notar cómo Mozart pone al servicio del texto su música. Lo vemos cuando el bajo (cantante solista) dice la palabra sepulcra, en la que hace un descenso melódico muy brusco, precisamente para resaltar esa palabra. De esta manera simboliza el sepulcro, el descenso hacia la tumba. A esta figura de descenso expresivo se le llama catábasis; además, lo canta el bajo, por lo que ilustra más aún esos sepulcros enterrados ; pese a todo a termina en un final de esperanza

Rex Tremendae
(Coro)
Rex tremendae majestatis
Rey de tremenda majestad,
qui salvandos salvas gratis,                      a quienes salves será por tu gracia.
salva me fons pietatis!                            ¡Sálvame, fuente de piedad!


En el inicio de esta tercera pieza de la secuencia se efectúa otro salto brusco hacia abajo como el tuba mirum, pero en esta ocasión la intención es distinta. Esta vez se trata de la figura del diapasón, que en el barroco casi siempre significaba una alusión a Dios. El coro en su primera intervención vocaliza el término Rex, pero lo hace de un modo muy exclamativo y en un registro agudo para la voz, lo cual señala las alturas: sigue aludiendo a Dios (en el cielo).
El genio salzsburgués sigue apelando a su majestad, con el ritmo de obertura francesa.
Otro símbolo de majestuosidad es la armonía que utiliza para aludir a Dios, al Padre, a su majestad, su señoría.
Finalmente este movimiento acaba con una súplica dulce con aire infantil.

Recordare
(Cuarteto)
Recordare, Iesu pie                                                      Acuérdate, piadoso Jesús,
quod sum causa tuae viae,                                             ya que soy la causa de tu venida,
ne me perdas illa die.                                                      de no perderme aquel día.
Quarens me, sedisti lassus,                                            Buscándome, te sentaste cansado,
redemisti crucem passus;                                               me redimiste padeciendo la cruz;
tantus labor non sit cassus.                                            tanto trabajo no sea vano.
Iuste iudex ultionis,                                                          Juez que castigas justamente,
donum fac remissionis                                                    otórgame el perdón
ante diem rationis.                                                           antes del Día del Juicio.
Ingemisco, tanquam reus,                                              Gimo, como un reo,
culpa rubet vultus meus;                                                 el pecado enrojece mi rostro;
supplicanti parce, Deus.                                                  perdona, Dios, a quien te implora.
Qui Mariam absolvisti                                                    Tú, que absolviste a María
et Latronem exaudisti                                                     y perdonaste al ladrón,
mihi quoque spem dedisti.                                             también me has dado esperanza.
Preces meae non sunt dignae,                                       Mis ruegos no lo merecen,
sed tu bonus fac benigne                                                 pero tú, bueno como eres, haz benignamente
ne perenni cremer igne.                                                  que no sea yo quemado en el fuego perenne. 
Inter oves locum praesta                                                Dame un lugar entre las ovejas,
et ab haedis me secuestra                                                y separándome de los cabritos
statuens in parte dextra.                                                 colócame a tu derecha.


La melodía se inicia con el dulce sonido de los cornos di bassetto a los que acompañan los instrumentos de cuerda como si brotaran de un pequeño manantial, regalándonos una de las sensaciones más puras que tiene el Réquiem. La orquesta da paso al cuarteto solista para que retome la melodía con la misma ternura conmovedora y la desparramen sobre una delicada oración al gentil y dulce Jesús.

Confutatis
(Coro)
Confutatis maledictis,                                                    Rechazados los malditos
flammis acribus addictis,                                              y entregados a las crueles llamas,
voca me cum benedictis.                                                llámame con los benditos.
Oro supplex et acclinis,                                                  Suplicante y humilde te ruego,
cor contritum quasi cinis,                                              con el corazón casi hecho ceniza,
gere curam mei finis.                                                      apiádate de mi destino

Destaca el giro melódico con el que comienzan a cantar los bajos del coro. Las notas que cantan son LA-MI-DO-LA y esta relación interválica simboliza ira, indignación y/o venganza. 
Aquí también nos encontramos con una antítesis: una contraposición entre los sones infernales del inicio y las súplicas infantiles que dice «voca me»  Finalmente la música desaparece entre latidos sutiles y ruegos.

Lacrimosa
(Coro)
Lacrimosa dies illa                                    Día de lágrimas aquel
qua resurget et favilla                                en que resurja de las cenizas
iudicandus homo reus.                              para ser juzgado el hombre culpable.
Huic ergo parce, Deus.                              Perdónale, Dios.
Pe Iesu, Domine,                                        Señor Jesús misericordioso
dona eis requiem. Amen.                          Concédeles el descanso eterno. Así sea.

Sin duda la parte más conocida del Réquiem de Mozart y la que más me estremece.
«Lacrimosa dies illa» se traduce como «Día de lágrimas aquel».
Mozart nos dibuja estas lágrimas con la figura de suspiratio, y desde dos siglos antes venía representando dolor, lamento. Los suspiros los simboliza con las notas que va haciendo la cuerda de dos en dos.
Fue en esta pieza donde el genio austriaco paró su mano para siempre, justo en el compás 8, dejando así inacabada su obra. Se considera que a partir de aquí acabaron el Réquiem un alumno llamado Eybler y un alumno de Mozart llamado Sussmäyr. En principio trabajaron juntos pero no llegaron a estar de acuerdo y fue Sussmäyr quien completó el resto de la obra basándose en bocetos y apuntes de su maestro, que ya no se conservan porque Constanze los destruyó. 
La música se eleva desde el carácter íntimo del inicio hasta un aplastante y furioso forte que precisamente es hasta donde el compositor escribió en su vida.

Let's be careful out there 






























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