martes, 13 de febrero de 2024

Un grito que no cesa

Ouve, ó céu! E presta ouvidos, ó terra! Pois o Senhor falou. Filhos Eu gerei e exaltei; Porém eles rejeitaram-Me. 3O boi conheceu quem o comprou; E o burro a manjedoura do seu senhor; Mas Israel não Me conheceu; E o povo não Me compreendeu.

Ai, nação pecadora, Povo cheio de erros, Semente iníqua, Filhos sem lei! Abandonastes o Senhor E irastes o Santo de Israel.

Porquê serdes ainda espancados, Continuando vós no desregramento?
Isaías, 1:2-5

Hay leche y miel debajo de tu lengua
Cantar de los cantares, 4:3-13

Cada guerra es una destrucción del espítitu humano
Henry James

Sólo dos pigmentos, el blanco de plomo, uno de los colores más cálidos de la paleta, para el fondo, y el blanco de zinc para el cuadrado, de un tono más azulado, y solo una forma geométrica, el cuadrado , ligeramente inclinado creando una ilusión de movimiento. Cuadrado blanco sobre blanco es abstracción pura, una obra mística en la que el autor, por medio del color blanco, busca ahondar en la problemática de la nada y su infinitud. La idea del vacío y del desierto tan relevante en la conciencia suprematista. Se trata de una Nada Heraclitiana que fluye en el devenir espacio-temporal de una superficie-plano relativista sin arriba ni abajo, ni fondo ni perspectiva u objetos que den sensación de profundidad, haciendo de sus puntos un todo nadificado.
“La conciencia en esta superficie-plano sin referencias, en la que el espacio-tiempo confluyen con el movimiento simbolizado por la inclinación del lado del cuadrado, presiente su pureza y grandiosidad sin verse depositada en los objetos de una realidad que la ata a sus sentidos, pudiendo navegar sin cadenas intuitivas en la profundidad de la obra en la que se encuentra así misma a través del goce estético y sublime, coincidiendo el yo con el no-yo del idealismo trascendental fichtiano.
Pero para Kazimir Malévich no fue un proceso fácil el que le llevó a conseguir esta síntesis; no es sencillo despojarse de todo y eliminarlo de lo visible para llegar a lo que es más evidente ante la desnudez: aquello que es totalmente fundamental. Lo fundamental es imprescindible, sin ello no hay esencia ni presencia, sin su evidencia única no hay fundamento, substancia o cualidad alguna. Malévich llamó a esta forma de representar lo esencial “suprematismo”, que es lo mismo que decir la supremacía de la nada o tal vez la apoteosis del vacío. El suprematismo buscaba, a través de la representación de las figuras geométricas puras, encontrar esa finísima frontera que existe entre la realidad fenoménica que es representable y la no-realidad de la esencia. En cierta forma este planteamiento nos remite a Platón y su dualismo entre el mundo ideal y el sensible: las ideas puras no son representables más que de forma imperfecta, porque la perfección es un atributo que no existe en nuestro universo sensible y mensurable y solo puede existir en el mundo de las ideas. Para quienes tenemos dudas más que razonables sobre  esta concepción dual del cosmos, y ponemos estos  postulados en entredicho podríamos argumentar, suspendiendo el juicio en un sano ejercicio mayéutico, que Malévich estaba equivocado, ya que toda representación, por muy pura que pretenda ser, es una representación de la realidad, inclusive ella misma constituye una realidad en sí misma. Sea como fuere,  Malévich llegó al suprematismo a través de quitar, de substraer en vez de agregar. Creía que sólo a través de este proceso, que se podría llamar “de limpieza” se podía llegar a lo más esencial y puro, a aquello en lo cual nada sobra y nada falta porque está ya pleno y completo. Por otra parte, cada cosa que está plasmada en la superficie pintada es en sí algo que ya tiene su propia presencia y su esencia. Un cuadrado es eso y nada más, no representa nada más que lo que es en sí, con todas sus cualidades y atributos, lo mismo podría decirse de un círculo o un rectángulo. En cuanto al color sucede lo mismo, ya que la gama de colores que empleaba se reducía a los colores más puros, sin mezclas y sin matices, empleando los colores primarios, secundarios y algunas veces un color terciario y las tonalidades de blanco y negro. Tampoco hay ninguna alusión a una profundidad o claroscuro, la tercera dimensión no existe en estas pinturas restringidas a una bidimensionalidad tal que, es cierto, a veces puede resultar agobiante y por lo mismo, profundamente perturbadora, como si detrás de ella existiera un genio oscuro. También un genio oscuro, pero de otra índole extiende campos de muerte, criminal, desfalcador, contrabandista, saqueador, homicida, usurpador, exorsionador, apoyado y sufragado por un silencio rancio, corrompido, infectado, purlento, inmundo, del que todos nosotros formamos parte.  Pero demos voz a quien sabe escribir de verdad y veamos más allá de nuestra propia memez y nuestras propias narices:


El campo de Kobe, al sudeste de Etiopía.

Los campos saharauis de Tinduf.

Los campos de Saklepeha, en Liberia.

Los campos de Bahai, Ereba, Guerida, Forshana, Goz-Beiday Nigrana, Djabal y Goz Amer, en el Chad.

Los campos de Kibati, Bulenbgo, Buhimba y Mugunga, en la República congoleña. Los de Mweso y Masisi.

El campo somalí de Dadaab, al nordeste de Kenia. Los de Hagadera, Ifo, Dagahale, en su frontera.

El campo de Domeez, en el Kurdistán iraquí.

El campo sirio de Za'atari y el de Azraq en Jordania. El de Muraiyeb al Fohud y el de Anmar al Hmud. La Franja de Gaza.

El campo de Kara Tepe y el de Moria, en la isla de Lesbos.

El campo sirio de Idomeni, en la frontera griega con Macedonia

El campo sirio de Derik, en Turquía.

El campo incendiado y desmantelado de Calais, al norte de Francia.

El camposanto del Mediterráneo y el de la tierra libre.

Mientras tanto Europa, la esclarecida Europa, duerme como aquel monje su sueño de trescientos años oyendo cantar a un pájaro. Otros pájaros, oscuros, habrán de despertarla.

Chantal Maillard, Lo que el pájaro bebe en la fuente y no es el agua.( poesías reunidas 2004-2020) Galaxia Gutenberg


O campo de Kobe, no sudeste da Etiópia.

Os campos sarauís de Tindouf.

Os campos de Saklepeha, na Libéria.

Os campos de Bahai, Ereba, Guerida, Forshana, Goz-Beiday Nigrana, Djabal e Goz Amer, no Chade.

Os campos de Kibati, Bulenbgo, Buhimba e Mugunga, na República Congolesa. Os campos de Mweso e Masisi.

O campo somali de Dadaab, no nordeste do Quénia. Hagadera, Ifo, Dagahale, na sua fronteira.

Campo de Domeez, no Curdistão iraquiano.

O campo de Za'atari, na Síria, e o campo de Azraq, na Jordânia. Muraiyeb al Fohud e Anmar al Hmud. Faixa de Gaza.

Campo de Kara Tepe e campo de Moria na ilha de Lesbos.

O campo sírio de Idomeni, na fronteira grega com a Macedónia.

O campo sírio de Derik, na Turquia.

O campo incendiado e desmantelado de Calais, no Norte de França.

Os campos do Mediterrâneo e da Terra Livre.

Entretanto, a Europa, a Europa iluminada, dorme como aquele monge no seu sono de trezentos anos a ouvir o canto de um pássaro. Outros pássaros, escuros, terão de a acordar.

Traducción al portugués, R.Ferreira 

Let's be careful out there 



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