miércoles, 20 de septiembre de 2023

"Se fosse fácil não era para nós."

Com as aves aprende-se a morrer. Também o frio de janeiro enredado nos ramos não ensina outra coisa, dizias tu, olhando as palmeiras correr para a luz. Que chegava ao fim. E com ela as palavras. Procurei os teus olhos onde o azul inocente se refugiara. Na infância, o coração do linho afastava os animais da sombra. Amanhã já não serei eu a ver-te subir aos choupos brancos. O resplendor das mãos imperecível. Foz do Douro, Eugénio de Andrade

Es uno de los más grandes escritores de la literatura mundial. Lleva 43 años escribiendo libros porque no sabe vivir de otra manera. Su escritura es densa. Desafía al lector. Le obliga a pensar de forma diferente. No le gustan las conversaciones y no le gusta hablar de sus libros.
A sus 80 años, es autor de 32 novelas, así como de cinco libros de crónicas y un volumen de cartas. Debutó en la literatura con Memória de Elefante, una novela que fue rechazada varias veces por los editores hasta que se publicó. Luego vino el éxito, en Portugal  y en el extranjero, y una carrera de escritor que se extendió a periódicos y revistas. Plagado de premios y galardones, el mayor honor y reconocimiento que ha recibido hasta la fecha, confiesa, fue que su obra fuera elegida por la prestigiosa editorial francesa Pléiade, la biblioteca literaria más importante, que sólo publica a los grandes autores del mundo.
 Antonio Lobo Antunes es el segundo portugués, después de Fernando Pessoa, que figura en su catálogo. El filósofo y escritor Bernard-Henry Lévy pidió para el benfiquense el premio Nobel , aunque, como bien ha declarado Lobo, "estar en la Pléiade es como recibir el Nobel".
Antonio, es el mayor de seis hermanos, todos varones. Cuando eran pequeños, si uno enfermaba, todos enfermaban. Y su padre, patólogo, entraba en las habitaciones de los chicos y les leía poesía. O jugaba con ellos a un juego temible. Citaba una frase y ellos tenían que adivinar quién la había escrito. O tocaba los primeros acordes de una sinfonía para que adivinaran el autor. "Y Memoria de Elefante [el primer libro, 1979] estaba lleno de este juego con el lector. Quizá fuera una pequeña venganza contra mi padre".
"Era una relación hecha de silencios. Hay veces que pienso que tuvimos suerte de no haber sido queridos... Porque si fuera al revés, quizá no escribiría. Escribimos para gustar".
Empezó a escribir de forma más o menos consciente cuando tenía siete u ocho años  y cree que el lector" no tiene derecho a recibir un mal producto, así que trabajo en un libro hasta que creo que es bueno". "Soy capaz de escribir en cualquier sitio, siempre que no me hablen, la presencia de gente no me molesta en absoluto. Las pausas entre libros duran tres o cuatro largos meses. "Me siento y tengo que esperar una hora, vaciando, vaciando... Entonces llega una palabra... Empezar un capítulo siempre es difícil, un libro termina cuando sientes que el libro se ha hartado de ti". Lobo dice que la  proximidad de la muerte debido al diagnóstico de un cancer cambió su vida. Cuando estaba enfermo y no sabía si iba a vivir o a morir, "me importaban un bledo los libros y me dieron el Premio Camões.  De hecho, ¿qué es un premio literario? Un premio no honra a un escritor, los escritores honran a los premios. Deberíamos felicitar al Nobel porque algunos grandes escritores lo han ganado".
 Lobo Antunes detesta el ordenador: "Escribir en un ordenador es como hacer el amor con un preservativo".
 Cuando estás trabajando en un libro, no tienes tiempo para casi nada. No compra ni lee periódicos, rara vez ve las noticias en televisión. Termina un libro cuando ya no puede soportar más correcciones. "Como cuando quieren besarte y ya no te apetece, y tienes los labios como filetes, y si te tocan, te tumbas en el borde de la cama, esperando que no te toquen más... Y entonces sientes que el libro ya ha tenido suficiente".
António Lobo Antunes estudió Medicina en Lisboa y trabajó de psiquiatra antes de ser llamado a filas, en 1970, para servir al ejército portugués como médico militar en la Guerra de Angola. Allí conoció a Ernesto Melo Antunes, uno de los cabecillas de la posterior Revolución de los Claveles, en la que Lobo Antunes tomó parte. Marcado profundamente por la experiencia de la guerra, cuando regresó a Lisboa abandonó la psiquiatría y se sumergió en su obra literaria, que pronto brilló por su originalidad y se convirtió en una de las más sólidas e importantes de la literatura portuguesa contemporánea. Merecedor de múltiples galardones, su extensa producción ha sido traducida a más de veinte idiomas, y es un firme candidato al Premio Nobel de Literatura, que no le otorgarán porque no es negro, ni  mujer, ni  chino, ni trans en trámite de transición en perro o cualesquiera otra forma de la anormalidad.
Con Não entres tão depressa nessa noute escura,  António Lobo Antunes consigue envolvernos en los laberínticos meandros de la memoria, que van creando un juego de flujos y reflujos con los restos de los recuerdos. La creación perpetua de la mente queda registrada en el mismo marco que sostiene el libro: los siete días con sus citas correspondientes del Génesis bíblico. Pero esa cifra, síntesis simbólica del período de la creación del universo, sirve de recurso irónico para mostrar lo inaprensible del transcurso del tiempo. Entre el vertiginoso paso de los años y la lentitud de la conciencia narradora, su protagonista, Maria Clara, va reconstruyendo, mediante recursos como el diario íntimo, el monólogo o la confesión psicoanalítica, su vida familiar con su madre, su padre, su abuela, su hermana Ana Maria o su criada Adelaide. Pero todo este discurso fragmentario no es más que una apariencia de su verdadera vida, pues el lector irá advirtiendo, a medida que avanza en su lectura, que hasta la identidad misma de su narradora ;calificada por otras voces como «el hombre de la casa»; es falsa. 
Lobo Antunes organiza la novela en siete días que se corresponden con los siete días de la Creación. Son siete días que reúnen en unas horas las experiencias de una familia convocada alrededor de un padre enfermo. Una intervención quirúrgica servirá para reconstruir la peripecia de unos personajes de la alta burguesía colonial del Portugal salazarista. Bajo la apariencia de respetabilidad, se esconde un turbio pasado, donde la hija de un antiguo gobernador de Mozambique se casará con un traficante de armas para restañar la maltrecha economía familiar. El matrimonio no evitará la catástrofe, cuando la antigua colonia consiga la independencia y se imponga el exilio forzoso. Ya en la metrópoli, nunca cesarán las fantasías sobre el esplendor perdido, incluso cuando los acreedores obtengan una orden de desahucio que desposeerá a la familia de su última propiedad.
Lobo subvierte los modelos clásicos de narración, establece, en su proyecto de escritura, el uso de recursos como los múltiples puntos de vista narrativos, que combinan y reordenan el testimonio de los personajes de forma continua, imposibilitando que el lector confíe en una versión única y acabada de los hechos. La elaboración del tiempo ficticio, desde esta perspectiva, aunque se organiza de forma lineal, ya que la novela se estructura en capítulos que corresponden a una hora concreta en el transcurso de un amanecer imborrable, hace operativa la experiencia de la eternidad a través de la percepción de los personajes y de los recursos mnemotécnicos que utilizan para desorganizar sus recuerdos. El análisis de los marcadores temporales que, según Paul Ricoeur, están aliados a la construcción de un tiempo eterno e inaprensible, está anclada en la esencia creativa del Lisboeta, que se vuelve hacia una escritura que cuestiona insistentemente su propia forma, sus límites y sus propósitos." El libro decide cuándo está acabado. Llega un momento en que empiezas a sentir que el libro ya no te quiere. Es como una mujer que ya no te ama, que se sienta en la esquina de la cama y que, si la tocas, te esquiva; si la intentas besar, te aparta la cara. Comprendes que el libro está harto de ti. Es el libro quien dirige todo. Yo escribo sin plan, él toma sus propias decisiones , quedo a su merced". Como bien a escrito Gustavo Martín Garzo: "Un canto contra la muerte. Dividido en los siete días de la creación, este libro dulce y triste trata de poner  en el mundo un poco de cordura y amor."

Let's be careful out there 


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