lunes, 17 de julio de 2023

Las librerías de Hannover

Una librería pone manuales sobre el amor junto a estampitas de colores; hace cabalgar a Napoleón en Marengo junto a las memorias de una doncella de cámara y, entre un libro de sueños y otro de cocina, hace marchar a antiguos ingleses por los caminos anchos y estrechos del Evangelio. Walter Benjamin, Libro de los Pasajes


La extraordinaria red de librerías y editoriales que se extiende a lo largo de Alemania es la historia de la pasión de un país por la cultura, por el amor al esfuerzo en la perenne búsqueda de la razón, por el riesgo a lanzarse a la empresa de creer que se puede vivir con los libros y gracias a los libros, con todo el amor y todos los demonios de quienes tienen una fe: la de la tinta, la de la página, la del olor del papel y la de ese material del que están hechos los sueños.
Las librerías no son simplemente tiendas. Son espacios simbólicos, contenedores de sueños, deflagradores de ideas, a menudo emblemas de resistencia e igual de a menudo baluartes de la retórica. Son refugios y perdiciones, puntos de partida y laberintos. Las buenas librerías son una especie en peligro de extinción, un patrimonio de lo que nos queda de humanidad. Hay librerías gigantescas que, por su afluencia y sus modalidades, recuerdan a los no-lugares de Marc Augé, es decir, productos de la postmodernidad, espacios en los que los individuos pasan sin entrar en relación, impulsados por el deseo de consumo. Casi similares a los centros comerciales, en su interior todo está calculado con precisión, desde la disposición de las estanterías hasta el tipo de música y la intensidad de las luces. Y hay librerías diminutas, desordenadas, donde el contacto humano prima sobre el aspecto financiero, donde el crecimiento cultural y el intercambio personal son el objetivo principal. Por supuesto, no son los planos de planta los que crean esta distinción, sino el diseño, la sutil delicadeza de lo que hay detrás. Las librerías encapsulan el mito y la realidad.
 En la actualidad existen miles de relatos, incluidos best sellers y películas muy conocidas, sobre librerías o que incluyen la palabra librería en sus títulos. Pero incluso estos lugares míticos (como Shakespeare & Co) se enfrentan al duro impacto de las crisis económicas, los cierres, los despidos, las liquidaciones. Ser librero es un trabajo romántico que requiere mucho esfuerzo y recompensa con una satisfacción difícil de cuantificar porque si se cuantifica desde el punto de vista económico, y al margen de los pingües beneficios de la venta de inmundos libros de texto escolares con sus anexas lecturas obligatorias infestadas de ideología y propaganda globalista, mejor cambiar de trabajo.
Una librería es un pequeño mundo. Un lugar de civilización, un portal mágico. Detrás de todas ellas están las personas, las historias, las estanterías, los postigos, los malentendidos, las cuentas abiertas con distribuciones, las  devoluciones, los palés,  los alquileres, los muros de propiedad. Nada que ver con el infecto mundo digital o la infantil esclavitud del metaverso


 Si algo he  aprendido con el paso de los años es que es el pasado el que prescribe nuestras iniciativas y nuestros fines presentes, que la edad adulta , si acaso, sólo sirve para remediar las carencias y las pérdidas de la infancia, que tenemos todas las edades en un momento dado


Pero mejor escuchar lo que los libreros de Hannover dicen de sí mismos: 
Somos pequeños, grandes, genios universales o muy especiales. Hablamos bávaro, suabo, sajón, bajo alemán y estos son solo algunos ejemplos. Nos encanta leer y nos encanta que la gente se interese por la lectura. Tenemos bestsellers, jóvenes talentos, clásicos, y escritores que lo están pasando mal en nuestras estanterías. Nos encanta el papel y al mismo tiempo sabemos cómo funciona la lectura digital. Dondequiera que estemos: Somos populares como vecinos, porque a veces aceptamos guardar un paquete de alguien para que otro alguien venga a recogerlo. Conocemos los gustos de nuestros clientes y ayudamos con recomendaciones personales porque amamos los libros. Damos consejos de regalo y empacamos con amor y a mano. Tenemos un surtido enorme para llevar y lo que falta lo entregamos en un día. Ganamos nuestro dinero con los libros y queremos que los editores y los autores también se ganen bien la vida. Somos la diversidad que conforma el medio del libro. Somos el comercio del libro.

Let's be careful out there 

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