[...] Pasaron la noche cada cual a los pies de su caballo entre dos fuertes desniveles, uno hacia las alturas y otro hacia el abismo [...]
Cormac Mccarthy, Meridiano de sangre
There is no such thing as life without bloodshed.
No existe la vida sin derramamiento de sangre.
Cormac McCarthy
Si tuviera que elegir entre la media docena de obras maestras que ha dejado escritas Cormac McCarthy sin duda alguna me quedaría con "Meridiano de sangre", de la que Saul Below elogió su uso absolutamente abrumador del lenguaje. En opinión de la profesora Petra Mundik de la Universidad de Australia Occidental " la naturaleza poderosa, perturbadora y, sobre todo, enigmática de la obra de Cormac McCarthy "Or the Evening Redness in the West," no se debe tanto a la representación gráfica de la violencia en la novela como al papel problemático que dicha violencia desempeña en el contexto más amplio de la obra de McCarthy. A diferencia de ciertos géneros de la literatura popular que retratan la violencia porque sí, Meridiano de sangre no se lee como una incursión gratuita en la carnicería y el caos. Simplemente, la escritura de McCarthy es demasiado compleja, está demasiado cargada de simbolismos esotéricos, percepciones místicas y pasajes de intensa desfamiliarización poética como para que Meridiano de sangre pueda ser descartada como "una pieza de gore posmoderna".
La opinión crítica sobre la obra de McCarthy tiende a dividirse en dos bandos: el de los nihilistas, que están de acuerdo con la afirmación de Vereen M. Bell de que las novelas de McCarthy "son tan inocentes de tema y referencia ética como de argumento"; y el de los moralistas que, como Edwin T. Amold, sostienen que las novelas contienen "parábolas morales" y una convicción esencialmente religiosa". Sin embargo, ambos bandos coinciden en que la obra de McCarthy exhibe raíces de misticismo ; Bell admite que, a pesar de algunas tendencias nihilistas, "no cabe duda de que McCarthy es un místico genuino, aunque en cierto modo secular", mientras que Arnold sospecha que, aunque McCarthy "hace un uso convincente de la simbología cristiana occidental [...] su propio sistema de creencias abarca una visión más amplia y panteísta".
¿Cabe preguntase entonces si
es Meridiano de sangre un retrato nihilista de la condición humana, o, hay redención entre tanta carnicería y destrucción? .Y si así fuera, ¿ Cómo conciliar la brutalidad aparentemente sin sentido de la novela con el uso de la simbología cristiana y las profundas ideas místicas? Quizá la respuesta esté en la inclusión por parte de McCarthy de un fragmento de la obra del místico del siglo XVII Jacob Boehme entre los epígrafes de Meridiano de sangre que reza así: No se debe creer que la vida de la oscuridad está hundida en la miseria y perdida en el pesar. No hay pesar porque el pesar es algo que se traga la muerte y la muerte y morir son la mera vida de la oscuridad"
Sea como fuere y al margen de estudios y disquisiciones eruditas, Meridiano de Sangre es una epopeya abrasadora un relato desafiante, impenetrable y sobrecogedoramente violento sobre un vagabundo adolescente conocido como “el chico”, que a mediados del siglo XIX atraviesa el sur de Estados Unidos, se adentra en México, y por el camino, se une a la psicótica banda de los Glanton, cazadores de cabelleras que en un principio se dedicaban a repeler los ataques apaches, pero que luego se dedicaron a asesinar indiscriminadamente a casi todos los indios y mexicanos que encontraban. En el sentido convencional, al joven llamado "The Kid", nunca se le da un nombre propio y durante la mayor parte del libro es más observador que participante. Pasan docenas de páginas sin que diga una palabra o tenga un pensamiento. En las primeras partes del libro, el chico crece, desarrolla "un gusto por la violencia sin sentido" y, a los catorce años, huye de casa. Le disparan, apuñalan y golpean, llega a Texas y se alista en un ejército .Estamos en los territorios de la frontera entre México y USA a mitad del siglo XIX. La autoridades mexicanas y del Estado de Texas forman una expedición paramilitar para acabar con el mayor número de indios posible. Es el llamado Grupo Glanton, que tiene como líder espiritual al llamado juez Holden, un ser violento y cruel que nunca duerme, toca el violín y viola y asesina niños de ambos sexos mientras afirma que nunca morirá. En un momento determinado los carniceros de Glanton pasan de asesinar indios y arrancarles la cabellera a exterminar a los mexicanos que les pagaban. Empieza así la ley de la selva total: el terreno moral donde la figura del juez se convierte en una especie de Dios ; años después, el chico se enfrenta al juez y este lo asesina cuando está desprevenido en el baño . En la época en que transcurre el libro, 1849-1850, esta parte de Norteamérica era un espacio sin gobierno. Los españoles llevaban allí unos tres siglos y, aunque algunas tribus indias estaban allí desde hacía varios milenios, las dos tribus más violentas, los comanches y los apaches, eran relativamente recién llegadas. Los apaches llegaron en torno a 1650 , mucho después que los españoles, y los comanches incluso más tarde.
Los temas medulares de la novela —el destino manifiesto, el triunfo del nihilismo sobre la moral— se complementan con imágenes indelebles y frases tan extensas como el cielo del desierto.
En cuanto a las influencias del gigante de Rhode Island, los dos escritores con los que más se compara a McCarthy son Herman Melville y William Faulkner. Pero, como suele ocurrir cuando se comparan grandes artistas, hay más diferencias que similitudes. Las obras de Faulkner son profundamente internas; las de McCarthy son casi totalmente externas. Faulkner siempre busca cualidades redentoras, le fascina la capacidad humana de superación y resistencia. Por su lado, McCarthy opina todo lo contrario. Tanto en sus novelas como en sus entrevistas en la vida real, es un pesimista severo. Está seguro de que todos estamos condenados. En cuanto al estilo de su prosa, McCarthy aprendió y se apropió enormemente de Faulkner moviéndose en el mismo registro bíblico sin tender a la torpe imitación, aunque sin superar al genio de Misisipi. Sin embargo McCarthy es implacable a la hora de mantener un lenguaje riguroso. Las frases pueden durar media página, pero cada palabra tiene que estar ahí, lo que no siempre ocurre con Faulkner. Las comparaciones con Melville adolecen del mismo problema: él y McCarthy no se parecen tanto. Lo que más comparten es el interés temático por la vida y la muerte. Tanto Moby Dick como Meridiano de sangre están obsesionados con la idea del destino del hombre, más exactamente, con la cuestión de quién de nosotros puede controlar su destino. Ambos son meticulosos con los detalles de sus respectivos mundos. Moby Dick es una historia natural de la caza de ballenas y de la vida en el mar; Meridiano de sangre es una historia natural del suroeste, de la guerra a caballo, y del combate contra los indios. En Meridiano de sangre ,cada flor está en su estación, cada animal, roca y árbol en su lugar. Incluso las alucinaciones y apariciones son reales: el desierto de esas zonas es conocido exactamente por el tipo de espejismos que describe McCarthy. Como Eneas y Odiseo, los personajes de McCarthy aparecen y se marchan en la página totalmente formados: no hay cambios ni progresión en el sentido convencional. Se omiten detalles que podrían humanizarlos, como el hecho de que, en la vida real, la joven esposa de John Glanton fue brutalmente asesinada por los apaches, lo que acabó convirtiendo al propio Glanton en un asesino brutal. Pero esto no es algo que McCarthy esté interesado en contarnos. Su John Glanton es un asesino simplemente porque eso es lo que hacen los hombres. Este es un libro lleno de sermones, instrucciones sobre la naturaleza de la humanidad.
Novelas como ésta suelen fracasar completamente; ésta funciona porque cada frase es orgánica a la situación y a los personajes. Creemos al Juez cuando diserta sobre filosofía porque lo reconocemos como una especie de demonio o dios de la guerra: sus acciones están en consonancia con sus sermones. Su tono es bíblico, magistral y se ajusta perfectamente a una narración de carne y hueso y condenación. La única criatura en la literatura estadounidense que se parece en algo al Juez es la ballena de Melville: el mismísimo Moby Dick aunque a diferencia del cachalote el Juez, por supuesto, puede hablar. Nos dice que la guerra es lo único que importa. Para él, la guerra es la máxima expresión del libre albedrío: el individuo se impone a la sociedad, a otros hombres e incluso a la muerte. Así que, tal y como McCarthy y el Juez lo ven, esta es una historia sobre el libre albedrío, sobre la creación y la autoría: el Juez está constantemente anotando cosas en sus cuadernos, bocetos y observaciones, en un intento de sustituir o suplantar el objeto real (que destruye físicamente cuando es posible). Y todo ello en la misma época en que Thoreau escribía Walden, y Whitman Hojas de hierba. Los estadounidenses inundaban Texas y Nuevo México porque la vida en esos lugares era muy buena. En la década de 1850 se triplicó la población de Texas y se duplicó la de Nuevo México. Mientras tanto, al leer este libro, uno tiene la sensación de que no queda ni una sola persona viva en ninguno de los dos lugares. Esto es lo que hace el gran arte. Se vuelve más real que lo real, más verdadero que la verdad.
Como en Rulfo, los personajes de McCarthy son una extensión del estado de ánimo del paisaje. Meridiano de sangre sobrepasa los límites de lo real, y ningún otro novelista desde Hemingway ha inspirado tantas legiones de imitadores. McCarthy es a mi juicio, al menos en lengua inglesa, la mayor influencia estilística de los últimos cincuenta años y sólo por esta razón , debería haber ganado el Premio Nobel de literatura. Pero los del jurado no están para premiar literatura sino para nimbar insustanciales trayectorias con causa o sin ella.
Let's be careful out there
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