You can´t stop people, once they start. You can´t stop people, once they start creating”
Martin Amis, London fields
"La envidia nunca llega al baile disfrazada de envidia; viene disfrazada de altos estándares morales o disgusto por el materialismo”.
Martin Amis
London Fields (1989), de Martin Amis, es la segunda novela de lo que se ha dado en llamar su “Trilogía de Londres”, precedida por Money (1984) y sucedida por The Information (1995). En estas novelas, Amis examina la sociedad moderna en la Gran Bretaña de los años ochenta bajo la política de Margaret Thatcher. London Fields, en particular, ofrece una visión distópica del Londres de 1999, en vísperas del milenio.
Hay un asesino, hay un asesinado y hay un florete. Todos están siempre buscando a alguien y algo, normalmente a un amante, normalmente al amor. Y ésta es una historia de amor. Pero la víctima, Nicola Six, está buscando algo y a alguien más: a su asesino. Conoce la hora, el lugar, el motivo y los medios. Pero no conoce al hombre. "London Fields" es una novela brillante, divertida y llena de matices. Es un libro en el que el narrador, Samson Young, entra en el Black Cross, una taberna totalmente indeseable, y se encuentra con los principales actores de su drama reunidos, a la espera de comenzar. Es un regalo de una historia de la vida real... todo lo que Samson tiene que hacer es escribirla tal y como sucede un fantasmagórico 1999.
Podría ser el último otoño del planeta. Un calor anormal reseca la tierra, azotada por tormentas de polvo. Y cuando por fin llega la lluvia, no cesa hasta parecer un diluvio eterno. El clima político no es menos caótico y una crisis internacional se acerca a su punto de fisión. Este panorama apocalíptico constituye el más que adecuado telón de fondo para todo el entramatado desplegado por uno de los más talentosos escritores británicos del último cuarto del siglo XX .
La novela presenta un juego que termina arrastrando al escritor, narra la preparación del asesinato de Nicola Six, con la particularidad de que es ella misma, la “víctima”, una suerte de femme fatal que puede ver el futuro y sabe exactamente cuándo va a morir, quien planifica y determina las circunstancias de su propia muerte. En aras de este objetivo, genera un triángulo amoroso en el que jugará con su potencial asesino, Keith, y con Guy, un millonario ingenuo y romántico; a dicho triángulo se sumará, a su vez, el narrador-escritor, Samson Young.
Samson, el narrador del texto, es un escritor estadounidense que se encuentra “bloqueado”, sin poder escribir, desde hace 20 años. Sam encuentra los diarios de Nicola en la basura y decide buscarla para transcribir su historia y así, por fin, volver a publicar. El relato que arma, entonces, es la narración de los pasos seguidos por ella para orquestar su muerte; no obstante, él no se da cuenta de que, en realidad, está sumergiéndose cada vez más en la historia, hasta volverse, él mismo, el asesino de Nicola. Para Samson resulta imposible proyectar, pues él debe esperar a que las cosas le sucedan; debe, entonces, ir ubicándose en las diferentes posiciones que le sean permitidas ocupar: toda la escritura de la novela depende de esa apropiación del espacio. El texto se convierte en un cosmos en el que el escritor lucha por encontrar un lugar, por ocupar posiciones que le permitan seguir escribiendo. Pero el problema es que entrar, ocupar el texto, significa inevitablemente involucrarse en el juego, pues una vez dentro ya no puede salir.
La historia sigue principalmente a Nicola Six, una mujer fatal que sabe que será asesinada antes de que acabe el año. Manipula a varios hombres, incluido el delincuente de poca monta Keith Talent, para encontrar a su asesino. Amis emplea su característico estilo posmoderno, que incluye trucos narrativos y juegos de palabras. La novela es una inquietante descripción del hastío, la decrepitud moral y el glamour sórdido de finales del siglo XX
Como en otras ocasiones, los personajes de Amis llevan el peso de una sátira que los convierte en caricaturas. Pero una vez dicho esto, no debemos olvidar el hecho de que el lenguaje del británico imbuye a estas caricaturas de una vitalidad y una intensidad erótica pocas veces encontradas en la ficción actual. De hecho, es difícil pensar en algo que nos ahorre cuando se trata de las preocupaciones de la carne con su lenguaje demoníacamente vivo: no en vano el oxoniense es conocido por su prosa ácida e inteligente, por su utilización de elementos surrealistas y distópicos, así como por su inquebrantable sátira de la sociedad contemporánea y las relaciones humanas, reflejo por otro lado evidente de su vinculación a la “escuela marciana” de ciencia ficción muy influida por autores de género como J.G. Ballard.
Ahora bien, London Fields está controlado y movido no por la trama sino por la densidad de un lenguaje con el que Amis también se ha separado de muchos de sus compatriotas, cambiando la prosa delicadamente elaborada y finamente observada de la novela inglesa de antaño por las sílabas jergales e hiperventiladas de las calles.
Por momentos lírica y obscena, coloquial y rapsódica, su narrativa trabaja en el oído del lector, obligándole a compartir las dispares experiencias de los personajes a través de los propios ritmos de su habla, el flujo y reflujo de su lenguaje, aunque en ocasiones algunas de sus bromas literarias puedan dar la sensación de parecer gratuitamente ingeniosas, y sus esfuerzos por discutir las consecuencias de un inminente desastre nuclear y medioambiental pueden dar lugar a pasajes de incómodo sentimentalismo.
Hay muchas novelas que me gustan más, pero la capacidad de "London Fields" para haberse metido en mi cabeza y quedarse ahí tiene algo único. Mientras que muchos de los "pasajes desagradables" de otras novelas de Amis parecen muestras gratuitas de voyeurismo adolescente, los de "London Fields" sirven para subrayar el tema (tan de actualidad) general de la novela: su descripción de un mundo decadente y enfermo terminal, en el que el acoplamiento sin sentido ha sustituido al amor y la pasión, en el que la violencia y la codicia han eclipsado la decencia y las emociones humanas genuinas, en el que la política de clases se ha convertido en una guerra total. De hecho, la Inglaterra ligeramente futurista de Amis está a años luz de los mundos educados y gentiles descritos por la ficción británica tradicional; se parece más a la "cultura de la muerte" de las novelas de Thomas Pynchon, o a los paisajes urbanos apocalípticos de Salman Rushdie. En conjunto, sin embargo, los defectos de ''London Fields'' son de exceso y ambición más que de cautela o falta de imaginación. Se trata de una novela amplia y provocadora. Quizá en ello radique su poderosa capacidad para desvelar todas las imposturas de una época que se deshace delante de nuestros ojos.
Let's be careful out there
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