lunes, 10 de abril de 2023

Los adoquines no esperan a los cobardes.


"Las cosas visibles son un vislumbre de lo invisible."

Anaxágoras.

Roubaix simboliza los estragos que la desindustrialuzación y el neoliberalismo causaron en la franja septentrional del territorio francés. Las fábricas se fueron y con ellas los puestos de trabajo. Una de las ciudades más ricas de Francia a principios del siglo XX, considerada una de las capitales del textil europeo, se convirtió en una de las más pobres del país: en su velódromo, finaliza la prueba más dura del calendario ciclista anual.

Fue entre las comunidades mineras del norte de Francia donde el escritor Émile Zola situó la acción de su novela Germinal, publicada en 1885, en la que describe las condiciones indignas del trabajo mal pagado e inseguro, la explotación patronal y la amarga lucha de clases en galerías infernales y  en los pozos de las minas de carbón. Pero eso fue antes de que tuviera lugar la primera París-Roubaix, pues de no haber sido así, es probable que alguna de sus  páginas estuvieran dedicadas  a lo que sucede cada año sobre el tapete de adoquines situado por  encima del infierno de los  pozos y  de las minas.

Segun explican quienes saben de ciclismo, no se si también de minas,  cualquier corredor que entre en la trinchera del Trouée d'Arenberg ( a 92 km de meta), lejos de las veinte primeras posiciones está fuera de ninguna posibilidad de ganar la carrera, aunque teniendo en cuenta la enorme imprevisibildad de la Roubaix,  demasiado aventurar me parece. No olvidemos que todavía esperan 50 km de nocivos adoquines y que hay que sortear los infernales y decisivos  5 estrellas de Mons en Pvele y el Carrefour l'Arbre.Dicho lo cual, lo que sí es indiscutible es que en el bosque de Arenberg puede perderse toda opción.

En una carrera como la Roubaix, donde la agitación alcanza sus remolinos más hondos, hay situaciones que invitan a tomar una decisión: esta vez ocurrió en el Carrefour l'Arbre y fue ahí, en el filo de una decisión, donde  Mathieu van der Poel cimentó el inicio de su incontestable victoria. El tulipán soltó a Wout van Aert a 15 kilómetros de meta con un ataque seco que clavó  al belga en los adoquines dejándolo sin opciones tras un desgraciado  pinchazo  para acabar tercero tras Jasper Philipsen que consiguió al sprint un histórico doblete para Alpecin-Deceuninck. 

 Algunos hablan de suerte y otros de destreza para explicar las causas por las que el holandés se impuso en la edición de este año. En efecto, nadie gana la París-Roubaix sin la suerte de su lado, pero la divisa  de Van der Poel es" aquí y ahora", su esfuerzo versa sobre la posibilidad de alcanzar lo majestuoso y además está su  clase innegable, y contra todo eso es  difícil enfrentarse: a día de hoy, dos Monumentos y un mundial de ciclocross en la misma temporada... " la inteligencia es la que ve, la inteligencia es la que oye y todo lo demás es sordo y ciego" que decía Epicarmo.

París-Roubaix. Highlights

Let's be careful out there. 



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