viernes, 14 de abril de 2023

Inflapollas en patín.

"...porque el camino de la belleza conduce a la libertad..."
Friedrich Schiller, cartas sobre la educación estética de la humanidad.


El término "estético" fue introducido  a mediados del siglo XVI por Alexander Baumgarten para referirse al peculiar conocimento proporcionado por los actos de percepción sensible de los individuos, distinto al lógico o teórico, que exigía no obstante una ciencia que explicara y justificara nuestros juicicios al respecto. Así, la percepción sensorial proporciona la base de ese conocimento que es la experiencia  estética. Desde esa perspectiva es desde la cual enjuicio los patinetes eléctricos y a quienes los pilotan, y los tildo de repugnantes. Resulta complicado, por no decir imposible, expresar en pocas palabras cuales son los principios básicos de mi rechazo hacia tales engendros ( vehículos de movilidad personal, los llaman en perifrástico giro los cuatreros de la DGT). No se trata de su horripilante esqueleto, los hay hasta  tuneados, mi rechazo es principalmente un rechazo metafísico pues veo en ellos la repeticion de números infinitos más que la singularidad de las cosas, el receptáculo de extrema anomia del sujeto que los conduce, la disolución del individuo en una masa de incomunicación, la conversión del paisaje urbano en inhóspita naturaleza muerta sin ni siquiera liebres ni perdices que oler o a las que echar el diente, la absurda confluencia de la causalidad de nuestras vidas. Asimismo, están todos los inconvenientes que originan  ocupando aceras y paseos  haciendo buena la ley de la selva, que han llevado a ayuntamientos como el parisino, a ver si cunde el ejemplo, a expulsar de sus calles a miles de patinetes por invasión. Por otro lado, ahora resulta que los 125 gramos de dióxido de carbono por km que generan no son ninguna panacea de lo eco- friendly guay sino todo lo contrario, por no hablar de la contaminación producida en la extracción y producción de sus piezas de acero y aluminio, el litio de sus baterias y sus entrañas eléctricas.
Cuando un mundo se derrumba porque sus valores ya no lo sostienen importa preguntarse por la causa de ese derrumbre, por la naturaleza de sus estructuras y por el peso de nuestra intervención en el desastre. En lo que nos ocupa, la pregunta a responder es qué tipo de experiencias hemos ido construyendo para llegar a la caricaturesca urbanidad del patinete.
Kant defendió un juicio estético sin relación al conocimiento y lo hizo así gracias a tomar como clave de  la apreciación estética la imaginación:  mientras que en los juicios de conocimiento la imaginación queda sometida a las leyes del entendimiento, en los juicios de gusto, la imaginación entra en juego armónico con el entendimiento y puede ejercitarse de manera productiva y plena. Este kantiano juego libre nos lleva más allá  de lo que percibimos posibilitandonos realizar conexiones y asociaciones en relación con las cualidades del objeto.  Definitivamente, todas las que soy capaz de establecer con un patinete eléctrico me llevan al caldo de arroz de mi abuela para evitar la diarrea.

Let's be careful out there. 

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