domingo, 10 de julio de 2022

PASAJES.

Munich a 26 de Marzo de 2022.

"Quizá no lo sepas todavía, pero la danza existe, dentro de tí, en todo momento. No hay mas que escuchar, mirar, sentir. Y también existe fuera de tí, en la naturaleza, en las gentes que te rodean, en todo lo que supone vida."
Jacqueline Robinson. 
 Con ocasión de  la Semana del Festival de Ballet del Bayerisches Staatsballett en Munich, punto culminante de la temporada cada primavera, la direccion artistica del coliseo muniqués ideó para la edicion de este año, bajo el epígrafe de Pasajes, un programa triple que encargó a los  renombrados coreografos David Dawson, Alexey Ratmansky y  Marco Goecke con suerte desigual. 
Los Pasajes pueden ser arcadas  acristaladas propicias para las compras pero tambien pueden ser transiciones que conducen por acumulación a lugares de  diverso significado. Y eso fue lo que sucedió la noche del estreno. 
Abrió la primera tabla del triptico David Dawson con Affairs of the heart, una pieza marcada por el  constante dinamismo de cuatro parejas de bailarines que  perfectamente sincronizadas y de forma un tanto deslavazada se movían formando  figuras conspicuas plenas de fuerza pero sin alma alguna que las alentase. Los duos y trios defendidos  por Elvina Ibraimova,  Prisca Zeisel y María Baranova con tecnica exquisita, y el titánico esfuerzo de estibador al que se vio sometido Emilio Paván en los  portés, resultaron  insuficientes para  insuflar algo de vida a los supuestos affairs de un corazón atrapado en el ritmo geométrico del inglés y al que salvó del colapso definitivo el masaje  milagroso de Shale Wagman capaz de desplegar sobre el escenario  toda  una panoplia magistralmente ejecutada de saltos y piruetas soportados en su carisma. 
Quizá de un modo un tanto arrogante Platón aconsejó mantenerse alejado de la Academia a quien no fuera geómatra pero fuere por vanidad o por simple desconocimiento el afamado británico obvió el consejo del sabio ateniense y siguió a su bola empeñado en  componer círculos, cuadrados y rectángulos sin haber previamente  establecido una intimidad con lo redondo, y  así , en lugar de un crear un trabajo acorde con su prestigio  prefirió elaborar sandwiches vegetales con mantequilla y té.
La segunda tabla, obra de Ratmansky,   tiene  como principio fundador  el estudio del color de 1913 de Vasily kandinsky que en  su libro " de lo espiritual en el arte "dejó escrito que el número de colores y formas es infinito, como tambien lo son las combinaciones y los efectos de las mismos". Y así, mutatis mutandi, el ucraniano elaboró sobre el paseo evocado por los cuadros musicales de Musorsky con sus momentos melancolicos, desenfadados y alegres, un variado mosaico de piezas con la pretensión de dar respuesta a las tesis de Kandinsky sobre como se perciben las distintas combinaciones  cromáticas, utilizando para ello  pequeños grupos de bailarines que  interactuando entre si intentaron de forma urgente tejer toda una compleja  comunicacion con el espectador y a modo de poema  estimular el alma humana. 
Sin embargo, y pese al empeño puesto por el el magnífico elenco coordinado por el gran Amar Ramasar , el resultado fue decepcionante. En la fallida propuesta colaboraron tanto el infame diseño de producción al colgar literalmente sobre el fondo del escenario unos trapos pintarrajeados que lejos de representar las relaciones entre colores en sinfónica armonica se asemejaban más a la colada puesta a secar de una penitenciaría , como la incapacidad manifiesta del activista coreógrafo para entender que la colaboración entre las artes que había propugnado el artista ruso no debería implicar que pudiesen perder por ello  su especificidad .
 Y en esto, y dejando a un lado el  indigno espectáculo de propanganda política pro-ucraniana ocurrido durante los saludos y aplausos ante un  público incomprensiblente entregado  al aquelarre, los dos pasajes anteriores condujeron la velada por entre un laberinto invisible que terminó desembocando  en el epígono inacabado de "Sweet bones melody", firmado por Marco Goecke, última tabla del triptico, y verdadero acontecimiento artístico de la noche.

  A traves de una densa atmósfera escénica que en ocasiones  impedía   ver con nitidez las siluetas en movimiento de los bailarines, el genio de Wuppertal fiel a su estilo dejó el camino libre a lo elemental, rompió los bastiones de la seguridad e hizo trizas el triunfo de las murallas y los tópicos,  exprimiendo el corazón de los  inquietantes " tableaux vivants for orchesta" compuestos por la surcoreana Unsuk Chin para sacar a lo huidizo de la mirada de lo perdurable.  Pero para llevar todo eso a cabo se necesitan bailarines poliédricos dotados de expresividad, presencia escénica y una técnica primorosa. De   entre ellos,  destacó sobremanera Raúl Ferreira cuyo dueto con la brasileña Carolina  Bastos fue sencillamente subyugante.
Con una técnica extraordinaria, pulida en la Academia Vaganova, el gallego, curtido en las tablas del Teatro Mariinsky entiende como pocos el sutil y elegante  lirismo exigido por Goecke sin limitarse a moverse con la música, buscando con sus lineas infinitas la pulsion original  oculta en cada nota. 
 Y con el desasosiego ante el salto de lo fenoménico a la idea, con el asombro que sentimos ante la innovadora radiografia de fenómenos como la disociación y la alienación del sujeto, la descomposición del mundo y la pérdida de sentido que con su personalísimo escaner expresionista, artisticamente al alcance de muy pocos, es capaz de hacer Marco Goecke, se puso fin a la Premiere de este año entre la ovación cerrada de un público enfervorizado y satisfecho.
  
Let's be careful out there. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario