Contexto dramático: En la hosteria de Cristofano Buttarelli,entran enmascarados Don Juan Tenorio y Don Luis Mejia. En un momento dado, se descubren y ponen sobre la mesa sus gestas y hazañas. Se trata de vanaglorirse de sus actos criminales, sin más, de demostrar 'quién la tiene más grande'. De este modo responde D. Luis a las gestas relatadas por D. Juan.
En 1563, el cardenal y consejero real Granvela preparó un itinerario rápido y seguro para que Felipe II, partiendo de España via Génova, pudiese llegar desde La Lombardía a Flandes cruzando territorios propios o aliados. Lejos de ello, el trazado del Monumento ciclista belga parece diseñado por el delirio de un cartógrafo masoquista que se entrega al goce doloroso de un placer privado con la constacia de una sierva de Fu-Man-Chu. Con las variaciones que las circunstacias y el desgaste del tiempo imponen a cada edición, su recorrido reivindica siempre lo asombroso, la grandeza severa, la idea de lo duro, lo estricto.
Ni tan siquiera la segunda guerrra mundial impidió la celebración del Tour de Flandes. Se acusó a Karel Van Wijnendaele (funfador de la carrera) de haber colaborado con los nazis, pero esta acusacion no ha podido probarse y además poco importa, pues pese a la inquina de quienes viven del bulo, el Tour de Flandes es una carrera descomunal.
Todo en ella tiene que ver con lo asombroso, con lo agónico. Su exigencia requiere de un esfuerzo y una estrategia de la que muy pocos hombres son capaces , su relato reclama la presencia de un rapsoda más que la pluma de un cronista.
Ningún suplantador indolente, ningún Errejón, puede ganar la Rondeé. De Amberes a Oudenaarde, con 19 cotas y 17 sectores empedrados, antes o después hay que dar la cara: las máscaras duran poco, sirven para menos que nada.
Como otras veces a lo largo de esta temporada, fue Alaphilippe, quien comenzó las hostilidades en el Koppenberg arrastrando consigo a la mayoria de favoritos. No fue suficiente. Esta vez, las fuerzas no acompañaron al liviano mosquetero francés que, vacío, rindió las armas y dejó los trastos en manos de su compañero de equipo el noruego Asgreen.
En esta ocasion fue en las mastodónticas rampas del Paterberg( 22%) donde Van Der Poel prendió fuego a la carrera remachando en las piedras a Van Aert. El inmenso ímpetu del tulipán sólo fue capaz de resistirlo Asgreen que se pegó al genio holandés, como Irene Montero a Pablete, sin encomendandarse a Dios ni al diablo, en espera de un fallo o del brote de lo inesperado . Y lo inesperado apareció, la inteligencia táctica primó sobre la fuerza. Así, a falta de 500 metros, el noruego Kasper Asgreen, respiró mejor que Van Der Poel, y tras 254.km de intensidad épica, en el suspiro en el que se decide un sprint le madrugó la carrera.
Otra Rondeé para recordar, otro ejemplo de la grandeza que atesora el nobilísimo deporte del ciclismo. En su recóndita huella no hay rastro de aficionados en tropel, de contenedores quemados, de mobiliario urbano destruido. Una leccion ética con la que combatir la ramplonería farragosa de de una turbamulta que nos asfixia.
Let's be careful out there
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