lunes, 5 de octubre de 2020

La Doyenne

Esta tarde en las Ardenas se ha  demostrado una vez más la   autenticidad de esa verdad inmutable del ciclismo, maestro de tantas cosas, que señala que hasta que no se cruza la línea de meta, no se debe cantar victoria. La Decana, no es baladí su nombre, ha evidenciado con la claridad de un esqueleto mondado por dermésticos, como mínimo  dos cosas: la inutilidad de levantar las manos antes de tiempo y que el novio de la bellísima Marion Rousse es un auténtico étourdi (cabeza de chorlito). Julián Alapphileppe ha premiado el tesón de Roglic con la candidez de  un niño de San Ildefonso cantando para el Esloveno el Monumento de la Lieja. Ese recorrido en dientes de sierra del que hablan los que saben como el lugar idóneo para disputar una carrera de bicicleta no ha vuelto a dar tregua 

Entre Lieja y Bastoña, el general Patton detuvo la ofensiva alemana de Von Runstedt en 1945, ahí es nada. Y es que nos encontramos en un terreno en donde el bosque está abierto por un hueco de profundos valles, de recovecos y emboscadas  propicios para el cantar de gesta.

De gestas hablamos cuando en 1979 Hinault, cansado y cortado por un viento gélido, se quitó el chubasquero antes de la subida a Haute- Leéve,  a 80 km de la meta, y con un acelerón inesperado, se despegó de los cinco hombres que lo acompañaban : no volvieron a verlo. En esa infernal  edición a las dos horas habían abandonado 120 hombres, Lucien Van Impe, entre ellos.

" No siento nada- declaró el tejón, mientras golpeaba con fuerza los dedos contra una mesa de madera-:  He perdido toda sensibilidad.

Hablamos de gestas cuando en 1969 Eddy Merckx enlazó la Lieja con el Tour de Flandes finalizando las dos pruebas en solitario sin concesiones, sin gestos.

 Para Michele Bartoli, dos veces ganador de este Monumento del ciclismo, la  Doyenne es la clásica más bella del calendario. Según  el transalpino, ganar la Lieja no es cuestión tanto de inteligencia o de  táctica  como de pura fuerza física. 

No seré yo quien discuta al  bicampeón, pero hoy en la Côte de la Roche-aux- Fauçons( introducida en 2008 por el director Christian  Proudhomme" para ir cambiando pequeñas cosa y alcanzar la ruta perfecta") el ciclista del Valle del Loira, afianzó la tesis de que  siendo el más fuerte se puede ser el más burro.

Mención aparte merece la televisión pública española que mientras se desarrollaba la carrera, emitía un apasionante duelo de fútbol femenino. 

Cosas ,supongo, del interés general y la audiencia. Por suerte, para quienes disfrutamos de un  deporte minoritario como es el ciclismo en España, todavía  nos queda  Eurosport. Todo se andará.

La camiseta. Rafael Amor.

Let's be careful out there.



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