jueves, 28 de mayo de 2020

Punto de fuga.


Las palabras llegan a través del tiempo, evolucionando, tejiendo su camino. Sus significados se deslizan como peces, se despojan de corsés  y añaden sutilezas y matices. 


Siento verdadera fascinación por los diccionarios.Tal hechizo, arranca del hecho concreto de que en  los diccionarios, se encuentran las palabras. Me gustan todos, sin excepción, aunque , como es lógico, sienta un interés mayor por unos que por otros.
En especial, encuentro un placer inmenso en la lectura de los diccionarios del uso de la lengua,( como el María Moliner o el Manuel Seco) verdaderas muestras de la labor bien hecha y paciente bajo las directrices de un plan, en la atención requerida por ese activador de evocaciones que es el diccionario etimológico de Joan   Corominas, y como no, los de sinónimos y antónimos, amplificadores del sonido del mundo. 
Por otro lado, todos ellos son  el fruto de una empresa colosal, de un acto de amor impagable.
Para trazar el mapa de cada palabra es necesario documentar su nacimiento, cuándo fue escrita por primera vez. Las palabras llegan a través del tiempo, evolucionando, tejiendo su camino. Sus significados se deslizan como peces, se despojan de corsés  y añaden sutilezas y matices. Las palabras dejan una huella. Las palabras cobran vida en quien las pronuncia o las escribe. Nos alertan, nos ponen en órbita hacia lo mejor y lo peor de nosotros mismos, dibujan puntos de fuga, remueven la hojarasca del mundo. 
Asimismo, pueden convertirse en simbólicos aceros , y también en mortíferas armas de destrucción masiva si caen en manos o brotan de la boca de la infame chusma ; a veces, basta una mirada, un gesto en falso  para desentramar la mentira urdida en el laberinto de su sintaxis,para desvelar  la verdadera intención del tirano, otras veces surgen, primigenias, como un amanecer de otoño. En el principio fue la palabra dice el evangelio de Juan y con eso queda dicho casi todo. 
Las palabras concentran lo singular, lo general, lo peculiar y lo cotidiano; sopesadas, abren grietas en  la perplejidad de quienes no desean comulgar con ruedas de molino.
Las palabras nos liberan de las ligaduras invisibles que nos convierten en esclavos del punto de vista de los otros, propician escaramuzas, y en ocasiones, entre caballeros, sellan pactos.
Cuando, en el devenir  del tiempo inmemorial, coagulan en el silencio de un encuentro, las palabras, entonces,  enraizan en el instante del que brota  el tiempo que permanece, es decir en el tiempo de la  vida plena.  

Let's be careful out there.

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