domingo, 17 de mayo de 2020

Hombre con paisaje al fondo.

Desprecio sus limosnas y su mundo feliz de jaulas y alpiste, y  declino la humillante oferta de un nuevo parnaso.

Una lúgubre penumbra se cierne sobre el mundo, sin resquicio. No consentiré que la extiendan sobre mi vida, no les daré facilidades.

Reclamo la devolución de mi memoria, de mi propio dolor, de mi alegría. No comparto el desconsuelo del Mundo porque  no puedo sentirlo, ofrezco, si acaso, mi congoja.
 Los inquisidores Pedro y Pablo saben muy bien que el desasosiego desarma nuestra voluntad, por eso nos quieren intimidados. 
Nos invitan  a reinventarnos en su nueva normalidad. ¿Qué significa reinventarse ? ¿Es cambiar la forma en que te comportas o las cosas que haces o, acaso, aceptar la coacción de cierta radicalidad ajena y hacerse cargo de ella? No, gracias. Que se reinvente su madre. 
Demando recobrar mi libertad conquistada palmo a palmo. Solicito  el juicio de los impostores y sus secuaces y escupo sobre su miedo. 
Yo  elijo reverdecer, ese verbo intransitivo que se conjuga como agradecer y lo hago porque  reverdecer es renovarse, tomar nuevo vigor, no adaptarse o morir. 
Rechazo sus limosnas y su mundo feliz de jaulas y alpiste, y declino la humillante oferta de un nuevo parnaso.
¿Reinventarse?: preferiría no hacerlo. Todavía quedan cosmos- cosmo significa buen orden- en los que reconocer el pulso mágico y sentimental  del mundo, todavía hay muchos pasos, muchos pedales que dar sobre la piel de la tierra  que respira, mucho café  que beber en tazas surgidas de la fortaleza de unas  manos, muchas caricias aplazadas, muchos besos.
Los hombres se revelan en un paisaje. Tiremos los dados.

Let's be careful out there


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