Prohibidas las intenciones. Así, tal cual, esta es la primera y principal norma que debe regir, inalterable, para quien escribe sobre la actualidad y procura realizarlo con una mínima honestidad. Es una máxima que defiende Arcadi Espada en "periodismo práctico" en donde advierte del error de abaratar lo que está pasando y a la que me adhiero.
El presente abraza un acto, desvanece la intención, el presente es tozudo, se impone. En esa continuidad se encierra todo lo que fue y la potencia de lo que será.
Y hablando de presente, pandemia aparte, nada tan vigente como la figura de Michael Jordan, actualidad que se ve reflejada en la magnífica entrevista que el escritor Isaac Chotiner mantiene con Bomani Jones( presentador del podcast de ESPN " The right time") a propósito del documental The last dance que emite Netflix sobre el genio neoyorquino, publicada en The New Yorker.
El mayor valor de la conversación radica en la visión panorámica que aporta Jones del deporte profesional americano desde principios de los 80 hasta finales de los 90, y en concreto sobre la cuestión moral de la implicación de los deportistas negros en causas políticas y sociales. Bomani Jones recurre a la comparación con el objetivo de sopesar la actitud de Muhammad Ali con la causa de los derechos civiles, el gesto de Evans con el puño enguantado en el podio de las Olimpiadas de México 68, e intentar encontrar una explicación a la postura de Jordan de eludir su apoyo a la candidatura de Harvey Gantt al Senado, algo que parecía inexcusable siendo el candidato negro y el Estado Carolina del Norte. Bomani toma partido por aquellos rebeldes que se implican en una causa. Ahora bien, lo hace ponderando las circunstancias de cada personaje y de cada época y sin dejar que traspase, si la hubiere, intención alguna.
En cuanto al documental, es una bella exégesis de todo lo que rodeó la temporada de su último anillo, que además sirve para hilvanar con un excelente montaje de saltos hacia delante y hacia atrás, un completo panegírico del genio de Brooklyn.
El deporte es una industria cultural de primer orden en USA, pero en ese momento estaba lejos de alcanzar el impacto que tiene hoy en día en el mundo.
En lo que atañe al baloncesto norteamericano y su dimensión universal, todo se originó con el Dream Team de la Olimpiada de Barcelona, equipo creado en torno a un puñado de figuras irrepetibles ( primera Olimpiada con jugadores profesionales) Magic, Bird,Malone, ensambladas en la enormidad de Jordan. La fama mundial adquirida por esos jugadores sirvió para que multitud de injusticias sociales relacionadas con el hecho de ser negro se conocieran mejor y fueran denunciadas, pero, regresemos al juego.
El 23 tenía un cuerpo perfecto para jugar al baloncesto: extremidades largas y delgadas, fuerza, potencia, coordinación, equilibrio, además, era capaz de levitar mientras tiraba a canasta , elevarse por encima de la gravedad, de girar sobre la ingravidez del aire; transmitía levedad hasta en la forma de aterrizar en el parquet. Asimismo, tenía carisma, cualquier negocio que emprendía lo convertía en oro, cualquier opinión que daba sobre cualquier tema que fuese se convertía en trending topic ( como se dice ahora), y lo sabía.
Jordan era egoísta, soberbio, exigente consigo mismo y con los demás, y por si eso fuera poco, era intransigente con la derrota. Jordan solo jugaba para ganar.
Cuando en uno de los capítulos de la serie trata del asesinato de su padre ( todavìa no aclarado) no le tiembla la voz, en cambio, comienza a llorar cuando habla de su impulso competitivo. Toda su vida giraba en torno a esa pulsión, se movía en torno a ese universo cerrado.
Èl mismo declaró que el baloncesto era su refugio y el lugar adonde iba cuando esperaba paz y consuelo. Fue el mejor en la inmensa mayoría de los aspectos del juego,tenía metida en su cabeza una cancha de baloncesto, poseía una mente capaz de anticipar movimientos, encuadrar ángulos, generar perspectivas ,y por más añadidura gozaba de swing.
En Jordan no se entremezclaban indecisiones en un intención, porque solo se puede estar indeciso cuando se tienen varias opciones para elegir, y Michael jordan solo tenía una. Es algo más que anecdótico que su película favorita sea Sin Perdón.
Regresemos al año 1998 a Utah: todo lo que sucedió después del triple de John Stockton a 41 segundos del final se mece en un eterno estremecimiento mágico. Cada vez que alguno de los mejores jugadores de la historia despierta de su sueño de grandeza, Jordan todavía está ahí.
Let's be careful out there.
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