viernes, 8 de mayo de 2020

El fulero sastrecillo


52.500 metros, son muchos metros, y muchos cadáveres, demasiada tela que cortar para un número reducido de enterradores. Se necesita mentir mucho para ocultarlos, se necesita mucho cuajo para convertirlos a diario  en el descenso o repunte de una cifra en el periódico y mirar hacia otro lado.
El dia  31 de mayo  Clint Eastwood cumple años y por tal efemérides, el canal TCM emite, a lo largo de este mes,  un ciclo con algunas de sus mejores  películas. Soy un devoto admirador del nonagenario cineasta californiano tanto en su faceta de actor, como, y de manera singular, en la de creador y director. En ambas  ha conseguido firmar unos trabajos de una peculiaridad inimitable.
Debido a ello, recuerdo como en uno de sus filmes, el protagonista invita  al enterrador del pueblo a tomar las medidas de los dos hombres a los que se va a cargar en  un duelo. Dicho y hecho,  el "hombre sin nombre " es un hombre de palabra. A los pocos minutos, dos cadáveres yacen en el suelo.
Ahora bien, cuando se trata de medidas, nadie ha tomado tantas y con más imprecisión , no será por falta de cadáveres, como el gobierno de  Pedro Sánchez. Su ineficacia está a  la altura de la falacia de de sus discursos, y se aproxima a su talento innato para la mentira. El hombre con nombre es también fiel, aunque en su caso, no precisamente a la verdad.
Soy consciente de que no es inteligente esperar de un patán ni  la lucidez ni el conocimiento cuando pintan bastos, ni  tampoco, el oficio de un sastre de Savile Row a la hora de medir, pero, tragar cual comesables los embustes de un fulero contumaz ,que tiene como divisa la mentira , es más  de lo asumible por cualquier ciudadano decente, entendiendo como decente aquel que está al dia en el pago de sus impuestos aunque no dé, necesariamente,  de comer a las palomas.
 Ahora que se han puesto de moda las líneas rojas, procuro alejarme  de ciertos márgenes. 
El presidente es alérgico a la verdad, solo de pensar en ella, su glotis se cierra, su rostro enrojece, sus gestos anticipan  los primeros síntomas de asfixia. No me refiero a lo que sea la  verdad, que es una cuestión  metafísica sino a lo que es verdad, que es algo epistemológico y que requiere de la teoría de la conformidad, no de la del Ser; y así, la verdad puede tener muchos sentidos, pero siempre habrá en ellos algo común: la existencia de una relación sujeta a leyes entre la expresión verdadera y la situación a la cual se refiere.
Pero vivimos en pleno postmodernismo gelatinoso ,y como dijo Claudio magris, la morralla de las misas negras tiene el mismo valor que el pensamiento de San Agustín. Nos imponen una realidad en la que todo es igual, nada es mejor; nos idiotizan, nos conducen desbocados hacia un culo  de saco.
  Desde el poder se fomenta  la  anomia social, se ensalza una igualdad de redil, se pondera el uso de los conceptos, se desprecian las palabras claras  y distintas que aspiran a lo que es verdad. Se mezclan campos y valores y la mentira resultante es la peor de las mentiras. No son las grandes cuestiones de la ciencia las que llevan al enfrentamiento sino aquellas relativas a cuestiones morales. Las manifestaciones y piquetes no suelen formarse por matemáticos que discuten sobre la validez de algún teorema,  de ahí la importancia de la exigencia de una búsqueda de soluciones verdaderas.  
Así pues, es necesario advertir que existe un mundo de realidades en el  que precisamos indagar para conocer, y que, nuestros sentidos, decantados a través del  proceso biológico e histórico que llamamos evolución, son la mejor prueba de ello. Es nuestra obligación moral repudiar, hoy más  que nunca, a  la mentira y a los mentirosos." La mentira, escribió Fernando savater, nos acerca a la muerte porque falsea los precarios remedios que podríamos buscar para enfrentar los peligros que nos acechan [...] Las mentiras son siempre, más bien antes que después, el sello antivital de nuestra destrucción".
Sea el fenotipo de español velazqueño: enjuto, correoso, de metro setenta y cinco y sean, hasta la  fecha, 30.00 los muertos. Sea una multiplicación:
 52.500 metros, son muchos metros, y muchos cadáveres, demasiada tela que cortar para un número reducido de enterradores. Se necesita mentir mucho para ocultarlos, se necesita mucho cuajo para convertirlos a diario  en el descenso o repunte de una cifra en el periódico y mirar hacia otro lado. En el dominio de nadie, nadie mejor que Pedro Sánchez. Para desenmarañar la mentira, nadie mejor que Harry Callahan.


Let's be careful out there
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