sábado, 25 de abril de 2020

La revolución de los Capitanes.

Desculpem não encontrarmos nestas ruas. Só nasceremos amanhã.
 Dos Murais de Lisboa.


Durante una emisión radiofónica de la BBC sonaron estos versos de Verlaine:Les sanglots longs/ des violons/ de l'automne /blessent mon coeur/ d'une langueur/ monotone. 
Las palabras  salieron al aire silbando como la anticipaciön de una pirotecnia. Iban dirigidas a alguien especifico, contenían la clave para el inicio del desembarco de Normandía. Eran las 21.44 del Junio de 1944 y los fuegos no iban a ser de artificio sino de verdad.
Treinta y un años más tarde, Celeste Caerio regresaba a su casa con un ramo de claveles en la mano.  Se encontraba a la altura de la plaza del Rossio, justo al inicio del largo do Carmo, cuando aquel soldado le pidió desde un tanque, aterido, un cigarrillo. No llevaba tabaco encima, pero a cambio  puso un clavel en la boca de su fusil. 
No quedaba mucho para que la conocida pieza Depois do Adeus de Paulo de Carvalho, traspasara  las ondas. Lo hizo a las 22.55, ese fue el primer aviso. Por eso, cuando a las 00.25 horas del 25 de abril  de 1975 radio Renascenca de Portugal transmitió la prohibida canción revolucionaria de José Afonso ,Grandola Vila Morena, los soldados estaban preparados y en sus puestos en espera de esa segunda señal , y a raíz de ahí, todo se precipitó.
La revolución de los Capitanes puso fin a los 48 años de cansancio irracional en el que se enfrascó  Portugal bajo la Dictadura de António de Oliveira Salazar.
En los primeros años de la década de los 70 el país intentaba respirar entre los estertores de un sistema que lo asfixiaba mientras, el autarquico régimen de corte mercantilista languidecía  ahogado en el empeño por mantener una guerra colonial que no hacía sino agrandar el conflicto entre la sociedad civil y la élite militar.
 El primer ministro, Marcelo Caetano, que desde la  hemorragia cerebral sufrida por Salazar ocupaba el poder, pretendia  modernizar y abrir  la Nación, pero, necesitaba en primer  lugar resolver el problema colonial. No era fácil. El llamado Estado novo se sostenía en la defensa de un nacionalismo férreo que pasaba por la idea de que Portugal sin sus colonias sería absorbida por castilla:" la teoría  que el régimen había oficializado era que Portugal había huido de la fuerza centrípeta de Castilla gracias a su expansión ultramarina que le había acabado confiriendo una personalidad totalmente singular en la Península"
Así las cosas, entre  la desmoralización fruto de una  guerra sin salidas, la situación de penuria  económica y el parapeto en un Estado incapaz de respuesta, surgió el verdadero detonante de la revolución:  el malestar surgido por el decreto ley publicado por el gobierno en 1973 por el que se permitía a los oficiales de milicias profesionalizarse en unas condiciones insultantes para quienes ya lo eran.
En su libro titulado Portugal y el futuro, el general António de Spínola propuso el diálogo político como única solución al problema de las colonias. Estaba en lo cierto. Sin embargo, la descolonización se llevó a cabo de forma deslavazada sin dar tiempo a preparar  las condiciones para un tránsito feliz. De esa forma las heridas abiertas en Angola y Mozambique, por hablar solo de dos de ellas, cerraron en falso ,sumiendo a sus respectivos pueblos en una miseria aún mayor, que tuvo, entre otras muchas consecuencias, la salida  de medio millón de portugueses por miedo a las represalias de las nuevas autoridades. Pero, tanto el asunto de los retornados como el colonial, quedaron relegados a un segundo plano cuando surgió el problema de qué tipo de régimen instaurar. Se barajaron varias opciones , desde un estado socialista inspirado en el modelo de la URSS, hasta un modelo de corte más democrático , y hasta que el golpe de estado auspiciado por los comunistas fracasó, Portugal vivió en un ambiente de guerra pre civil. Por fin, el 2 de abril de 1976 una asamblea constituyente aprobó la constitución. Aun asi, no será hasta 10 años más tarde cuando, con el nombramiento de Mario Soares, Portugal tenga el primer presidente civil tras la revolución.

El  27 de octubre de 2017  un grupo de sediciosos capitaneados por Carles Puigdemont proclamó de forma unilateral e ilegal  el establecimiento de la República Catalana como «Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social» aunque su eficacia fue suspendida por el mismo Presidente de la Generalidad​ ocho segundos después​. La charlotada fue breve, pero sonada.
 También ellos, como Salazar, justificaban su postura en un nacionalismo totalitario que  reivindicaba el derecho legítimo, aniquilado durante años  por el gobierno centrípeto de Madrid, a la autodeterminación.
Tenían una causa alentada a bombo y platillo, un inventado relato falso sufragado con dinero  ajeno y las espaldas cubiertas.  Todavía hoy nos encontramos delante de un fenómeno de curso tan impredecible como el Covid 19.
También, aquel 25 de abril de 1974 el 14 regimiento de infantería de Viseu marchó sobre  Lisboa. En sus filas había servido 18 años atrás Antero Ferreira Ferreira, mi padre.
Hoy es un buen día para mirar a Portugal; quizás tengamos suerte y aprendamos algo.

Let's be careful out there.


No hay comentarios:

Publicar un comentario