Spe Salvi facti sumus.
Rm, 8, 24.
Nunca es demasiado. En cada rueda de prensa, en cada entrevista escrita o radiofónica, (que nos conceden , declaran arrogantes) no veo la televisión, escucho con mis ojos a ciertos miembros del gobierno, altos funcionarios, o similares grajos, y me pregunto, preso de inquietud, si entre la ristra de palabras pronunciadas y su verdadera personalidad, existe cierto tipo de conexión real, o acaso no sean más que el holograma de una macabra representación protagonizada por patanes llenos de ruido, de furia y de odio.
Ninguna de ambas conjeturas, de ser cierta alguna, o las dos, nada debe descartarse, aventura nada bueno. De ahí mi inquietud y mi desdén.
Hay que ser demasiado estúpido para no advertir el peligro que entraña todo ese gambeteo de engreídos majaderos que prometen arcadias antiguas mientras nos conducen a una ciénaga irrespirable.
Sócrates nos previno en el Fedro, acerca del arte como una forma altísima de la manía o del delirio. Así pues, no es descabellado pensar que las altas dotes de semejantes Notables para el mutuo descrédito, la nula elocuencia, y la execrable conducta, con la que pretenden imponernos sus valores a machamartillo, provengan de algún tipo de oculta filosofia, de alguna forma de arte, incomprensible para quienes no hemos sido iniciados en sus arcanos.
De todos modos, la indigencia mental demostrada tanto a la hora de desarrollar planes incoherentes de actuación, como en la elaboración de discursos efectistas infectados de propaganda y humo, debería de ser causa más que suficiente, para persuadirnos del peligro que sus prácticas entrañan.
De lo contrario,nos expondremos gravemente al riesgo de caer bajo el señorío de estos astrólogos de cielos vacíos.
Bajo el esplendor de sus ceremonias, se nos oculta un horizonte de Señores de horca y de cuchillo expertos en propaganda, que nos subyugan a cambio de mermar nuestra bolsa y coartar nuestra libertad.
Antes creía que no había actos irreversibles; creía en la medicina y en el progreso, confiaba en la humanidad del hombre, en que no todo era materialismo. Estimaba que la razón Ilustrada nos había hecho mejores, más sabios. Evaluaba la posibilidad de enmendar las decisiones tomadas y los errores cometidos.
Ahora sé que algunos actos de la vida son irreversibles y pueden conducirnos a paisajes con los que jamás habíamos soñado.
Así las cosas, preguntémonos ahora, qué podemos esperar y qué no.
Hay que tener lo que hay que tener.
El futuro repercute en el presente, lo cambia. Quien tiene Esperanza actúa de otra forma, se da una vida nueva. No espera hacinado a que el lazo rodee su cuello. Esperanza equivale a fe en las propias posibilidades. La fe dice Pablo ( el de Tarso) ,en el capítulo undécimo de la carta a los hebreos, es hypostasis, sustancia de lo que no se espera, prueba de lo que no se ve. Para Tomás de Aquino la fe es un Habitus, es decir una constante disposición del ánimo. La fe no es un eslogan, nos otorga algo. Y ese algo es poderoso. Es la capacidad de ver en la realidad presente la prueba de lo que no es todavía futuro pero lo será, si pusilánimes, continuamos varados, a la espera de que tomen en nuestro nombre decisiones de tente mientras cobro.
" Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaron los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores " ( Hebreos 34,14). De nuevo Pablo.
No existe el tiempo del antes y el después de la Pandemia. En este ahora que vivimos late la vida en sentido pleno. Este ahora es la totalidad que nos abraza y nos llama a liberarnos de tanto miserable que crece en el humus de nuestro miedo.
Pero el motor de la esperanza necesita de una convicción; una convicción poderosa que nos aleje de la desesperación y sirva para recordarnos que no será la ciencia quien nos redima. Que sólo seremos redimidos por el amor.
Que la conquista de nuestro espacio vital es una tarea ardua, siempre nueva y que no se puede dar nunca por concluida.
Let’s be careful out there
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