lunes, 9 de marzo de 2020

Reflexión obsidional

Un día decidí llevar una vida un poco menos lineal –un poco más aventurera, más agujereada, un poco más inexpresable, un poco más salvaje, un poco más real”. Porque “vivere non est necesse navigare necesse est”
Pascal Quignard. 
La salida de los Argonautas. Giorgio De Chirico.

En  marzo de 1348 la peste invadió la ciudad de Florencia. La epidemia venía del Sur en la panza de los barcos que hacían la ruta de las especias. No había por qué alarmarse. Las ratas la empujaron hacia la Toscana.
En estos días de marzo de 2020, otra epidemia de impredecibles consecuencias, cabalga a lomos de la  soberbia extendiéndose como mantequilla caliente sobre nuestra opulenta fragilidad.
  Habitamos  geometrías seguras, espacios lógicos en los que creemos que cada causa tiene su efecto, olvidando que los espacios tienen también  sus antípodas. Basta con cambiar de lugar, desenroscarse a la plácida cotidianidad de nuestros refugios para sentir el escalofrío que precede al miedo. La orfandad  invade nuestro ciego racionalismo material, prueba la fortaleza de nuestro instinto solidario ante las amenazas.
 Se prohíben las aglomeraciones de más de mil personas (no todas), se cierran universidades y colegios, nos aconsejan  que evitemos besarnos ,nos advierten del peligro de abrazarnos, nos conminan a mantener  una distancia  de seguridad de un metro en las barras de los bares, a no limpiar de nuestros labios la espuma de la cerveza, el virus nos asedia, hay que enfrentarlo por tierra, mar y aire ,sin tregua Sea pues.  Esta vez, no serán las ratas quienes lo empujen sino la indecisión y la división, el acomodo burgués, y la prepotencia que reside en nosotros.
"Jamás se vio en parte algún azote semejante y víctimas tan numerosas; los médicos nada podían hacer, pues de principio desconocían la naturaleza de la enfermedad. Además, fueron los primeros en tener contacto con los pacientes y morían en primer lugar». Así describía Tucídides en su 'Historia de la guerra del Peloponeso' la plaga que asoló Atenas desde el 430 hasta el 426 a.C. No había por qué alarmarse.
 Hacia finales de Diciembre nos llegaron las primeras noticias de un brote vírico que se iba cobrando vidas, y por muy abyecto que nos parezca, nos importaba una mierda. Había ocurrido otra veces en Arabia, en China , en cualquier caso, lejos de nosotros. Desde el margen de seguridad que otorga la distancia cierta, con el desdén de los que se sienten protegidos, desde toda nuestra arrogancia ignorante, nos hemos convertido  en Intocables; incluso algunos jainistas cretinos ,ven en el virus un castigo divino por comer perros y gatos. 
Lo imprevisto, ( una mutación vírica  lo es) corroe las estructuras sociales, trae la devastación moral , acelera  el colapso de las instituciones.
 Tiempos recios asoman en el horizonte, una nueva  ocasión para expandir la responsabilidad individual, la solidaridad, el conocimiento, y el espacio crítico. Contaremos los  muertos  por decenas de miles, la especie saldrá fortalecida. Entretanto, como Bocaccio en Villa Palmieri, derramémonos en el placer de contarnos historias. Disfrutemos de la vida.  No dejemos que nos manipulen . Solo amasando nos convertimos en hogaza.
Stairway to Heaven. Led Zeppelin.


No hay comentarios:

Publicar un comentario