sábado, 7 de marzo de 2020

la memoria de las sardinas

...es alboroto, podredumbre, rutina, es una cierta irisación de la luz, una vibración particular, es nostalgia, es sueño. La Calle de la Sardina, es el caos. Caos de hierro, de estaño, de óxido, de trozos de madera, de pedazos de adoquines, de zarza, de hierbas locas, de cajas de desecho, de restaurantes, de malos lugares, abarrotado de tiendas de comestibles y de laboratorios. Sus habitantes, dijo alguien: “son chicas, chulos, jugadores de cartas e hijos de prostitutas”; ese alguien hubiese podido decir: “son santos, ángeles y mártires”, hubiese sido lo mismo.”
 John Steinbeck

Buscaba un quita grasas cuando entre los aerosoles de limpiar alfombras y los botes de lejía que se encontraban en la despensa, encontré una lata de sardinas. No sabía quién la había olvidado ni cómo había llegado hasta allí. Regresé a la cocina, la miré, y arrojé con desprecio la lata a la basura, sin embargo, una fecha, una inscripción grabada, me llevó a revolver en el cubo y recuperarla. Pese a lo descolorido de la caja, podía leerse  con claridad : Consumir preferentemente antes del 05/ 03/ 2019: llevaban un año caducadas.
Preferentemente, a diferencia de consumir antes de, otorga la posibilidad de elegir más allá del imperativo categórico de un plazo fijo e inamovible. Ni las  manchas de óxido en la hojalata, ni la resistencia del metal al abrelatas,  ni mis dedos pringados de aceite, impidieron que la abriera.
Las sardinas lucían maderadas en un espejismo oleaginoso pidiendo  a gritos un plato, una pieza de pan, un vaso de vino y quizá un lienzo y una mano delicada. 
Cuando las probé, como un ejército preciso de ideas, comenzaron a desplegarse  amaneceres antiguos en el Puerto de Foz, la memoria es caprichosa, en los que esperaba,en compañía de mi abuelo la llegada de los barcos. Naves y hombres, una simbiosis misteriosa de acerados antebrazos acarreando redes, de escamas de sardina pegadas en las manos, de los trabajos y los  días sustentados en su propio derroche.
Existen expertos que sostienen la tesis de que las sardinas en conserva necesitan un periodo de maderación, como la caza. Conserveras prestigiosas como la Belle-iloise, registran en sus latas el nombre del barco que capturó las sardinas, el punto del  Océano Atlántico donde tuvo lugar la captura, y el arte de pesca empleado. En Francia no se tiran las conservas caducadas pues cobran valor con el tiempo. Quizá también con el el tiempo en el mar corran las liebres y en el monte las sardinas.


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