jueves, 19 de diciembre de 2019

Inesperado encuentro.

El jazz consistía en crear un sonido propio, en encontrar la manera de distinguirse de todos los demás, de no tocar nunca lo mismo dos noches seguidas . El ejército quería que todo el mundo fuera igual, idéntico, indistinguible,con el mismo aspecto, la misma mentalidad, que todo fuera igual día tras día , sin cambios. Todo tenía que firmar ángulos rectos y bordes definidos. Las sábanas del catre eran tan duras como los ángulos metálicos de la taquilla. Te afeitaban la cabeza como un carpintero afila un madero, intentando obtener un cuadrado perfecto . Incluso los uniformes estaban rediseñados para remodelar el cuerpo, para fabricar personas cuadradas.
Geoff Dyer .Pero hermoso.


Síncopa:
Contradicción rítmica que consiste en desplazar el acento natural de un compás produciendo una nota en un tiempo débil de ese mismo compás o del anterior y prolongàndola hasta un tiempo fuerte.


Las paredes de la habitación donde duermo, se estiran y se encogen cada noche como un yo-yo, sometiendo a la oscuridad de mi sueño a un inconmensurable desasosiego. Mi trastabillada sombra lucha, sonámbula, entre las brumas de la Aurora sajando el espacio, indefensa ante su insomne angustia .
Este amanecer ,sin embargo, un encuentro inesperado sorprendió mi soledad barbirturica.
Me encontré con ellos , así de súbito, o quizá fuese esa mi primera impresión, como el poderoso desarrollo de una síncopa.
encuentro inesperado.
Vacilé y quise huir por el pasillo, pero sus paredes se estrecharon sometiendo mi cuerpo a su antojadizo cerco, y varado por el pánico me abandoné.
Podrían formar parte de una escuadrilla de pilotos de la Royal Air Force, ser los restos de un destacamento de confederados o simples trasnochadores alegres salidos de un ditirambo. También los imaginé como miembros de una compañía teatral de viaje a ninguna parte o como saltimbanquis y acróbatas barajando la vida sobre un abismo. Podrían ser casi cualquier cosa excepto figuras extraviadas, pues percibí que eran la cabeza de puente de un hilo de plata tendido desde algún lugar de mi infancia .No parecían hechos a obedecer, y sin embargo su formación no era fruto de un desordenado azar,seguìa una pauta, aglutinandose en razón a un criterio meticuloso ; no ciertamente un criterio funcional sino más bien orgánico, somático.
Sus expresivos rostros huían del fanatismo ciego de los que siguen una causa , eran pura celebración, algarabía prístina, como la imaginativa emoción que flota en la mente de un niño.
Mientras los contemplaba extasiado, las paredes se desperezaban abriéndo un vórtice en mi memoria. Quise unirme a ellos ,ser de la partida, sumergirme en todo su derroche. Demasiado tarde pensé. Presté atención, miré con los oídos intentando aventar alguna imagen. Nada. De pronto, las figuras se desvanecieron,  deshojè las lagañas de la comisura de mis párpados, y crucé el umbral hacia la cocina.
Mientras preparaba el desayuno, las volví a ver,sombras crepitantes entre las burbujas  del café. Tocaban los primeros acordes de Blue train.





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