Hoy se celebra el bicentenario del nacimiento del Museo del Prado. Un lugar protegido del contaminante ruido de la mentira que nos ha tocado vivir y padecer,alejado de la caverna de Ali Babà cuyas sombras reflejan nuestro miserable rostro. Un espacio donde el poder balsámico de la belleza es ungüento mágico que alivia nuestras heridas. En una sociedad apuñalada y ensangrentada por la ambición desmesurada de iluminados despóticos,rehenes de unas instituciones masacradas por el latrocinio de saqueadores del erario público , el Museo del Prado nos rescata, apenas sea por unas horas del pantano emponzoñado en el que nos movemos. La belleza que cuelga de sus paredes nos ofrece la incierta posibilidad de un nuevo tal vez.
Amanece.
Raudo, dispongo la capa que protegió mi sueño de los guardias y el frío nocturno .
las puertas se abren y el Prado vuelve a su palpitante ajetreo.
En mis auriculares, el piano de Alice Sara.
las puertas se abren y el Prado vuelve a su palpitante ajetreo.
En mis auriculares, el piano de Alice Sara.
Gnossienne.
Una nueva anunciación.
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