martes, 2 de abril de 2024

Un tornado holandés azota Flandes

El color de la montaña respira el único  cáliz  profundo de una flor de enredadera
Buson

En cierto modo el campo del vacío carece de" límites". Dentro y fuera se complementan. Frío en los ojos, frío en las orejas: exactamente así es como debieron sentirse todos los rivales de Mathieu van der Poel cuando con su ataque seco en el Koppenberg los abandonó en la región de lo monocromo, es decir en el vacío. Y es que en la mañana del pasado domingo, cuando el sol aún brillaba en Flandes,  Mathieu Van der Poel tenía un aspecto impecable fundado en su maillot arco iris. Cada aspecto de su puesta a punto estaba pulida: su bicicleta reluciente, su mono perfectamente ajustado, las monturas de sus gafas Oakley brillando a la luz. Los ojos de todos aquellos que amamos los "cinco monumentos" del  ciclismo estaban puestos en él. Ningun ciclista en activo salvo Pogačar podría soportar la inmensa presión a la que se vio sometido el corredor holandés como único favorito para ganar en la presente edición de Flandes, pero el centro de atención, al parecer, es donde Van der Poel prospera.
Así, cuando finalmente realizó su esperado movimiento ganador en el Koppenberg a mitad de la carrera, mientras otros tropezaban y vacilaban detrás, el rostro del campeón del mundo apenas registró una mueca. Puede que en ese momento su maillot estuviera manchado del barro depositado en las cunetas y entre el resbaladizo empedrado de las carreteras belgas, pero la sutileza y el estilo de Van der Poel trocaron el barro en oro. Sobre la bicicleta estaba a otro nivel: una vez que hacía un hueco, su lenguaje corporal y su estilo decidido te decían que iba a ganar la carrera. De manera inexorable, los segundos entre él y el grupo perseguidor no hicieron más que aumentar. Van der Poel era el más fuerte y nadie podía hacer nada para detenerle. La parte exterior del pelotón fue durante el transcurso de la carrera un halo lmpreciso, un vago rumor hundido en la espesura movediza, inagotable del paisaje flamenco en el que el campeón del mundo dio fe de la existencia cierta de una singularidad.
"Es el campeón del mundo, la forma en que ha corrido ha sido impresionante, ha estado intratable, creo que todo el mundo ha intentado hoy encontrar la forma de batirle, pero ha sido imposible", comentó tras la carrera el tercer clasificado en el Tour de Flandes, Nils Politt, encogiéndose de hombros. 
Es cierto que corredores como Van der Poel y Pogačar han creado una categoría totalmente nueva para ellos en el pelotón: aquella que trata, no de repartidores de estampitas, y la defensa de pamplinas igualitarias y ecológicas, sino de  supertalentos totalmente imparables. Para quienes se enfrentan a ellos, mantener la esperanza de que las victorias aún son posibles contra esta generación de espadachines consumados y atacantes natos puede ser todo un reto. Magnus Sheffield, del Ineos Grenadiers, explicó cómo intenta mantener las cosas en perspectiva. "Crecí corriendo ciclocross y Van der Poel era un gran ídolo para mí, pero tengo que recordarme a mí mismo que todo el mundo es humano al fin y al cabo, todos hacemos lo mismo, aunque hay tipos a los que  como Van der Poel, Van Aert, y Pogačar" llamas extraterrestres, comentó Sheffield. 
Una vez que hubo cruzado la línea de meta y levantado su bicicleta en el aire como celebración de la victoria tras su  nueva gesta en la Ronde van Vlaanderen, Van der Poel llevó a la rueda de prensa posterior a la carrera la  misma gallardía  que había mostrado al comienzo de la misma. Después del espectáculo que acababa de dar, ¿quién podía negarle cierto alarde, una mínima jactancia ?
Cuando los periodistas le preguntaron qué le habían parecido los abucheos de los aficionados en algunas de las subidas cruciales, Van der Poel se limitó a responder: "Estaba ocupado con ganar la carrera, así que no podía importarme menos, para ser sincero".
El campeón del mundo admitió que ni siquiera había hecho un mínimo reconocimiento de los" parcours" de Flandes porque "los conoce muy bien" y ya había afrontado el Koppenberg antes en ciclocross, lo que era suficiente para saber qué esperar. Incluso conociendo las carreteras, hay pocos corredores que confiarían en sí mismos para ganar Flandes sin ni siquiera comprobar el recorrido unos días antes. "Es algo con lo que nunca podría haber soñado, ganar la Ronde como campeón del mundo, eso es algo especial. Es mi carrera favorita del año, me enamoré de ella la primera vez que la hice y es quizá la carrera que más se adapta a mí, con todas las subidas adoquinadas que se suceden con bastante rapidez" declaró tras la victoria  el gigante holandés 
Se pueden analizar las tácticas al máximo, se puede volver a ver la carrera una y otra vez, pero, como admiten abiertamente sus rivales, Mathieu van der Poel está por encima del resto cuando corre en Flandes. Ya ha ganado tres veces De Ronde, y pocos apostarían en contra de que aún queden más por venir en la carrera del corredor holandés. El ciclismo de Mathieu es como el mundo de Dostoievski: una sociedad bajo un tornado de ideas, como un sembrado bajo un tornado de granizo.

Let's be careful out there 

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