sábado, 6 de enero de 2024

La gran revelación

Érguete, brilla, que a túa luz xa chegou; sí, a gloria do Señor resplandece sobre ti".
Isaías.60, 1-6


Levántate, brilla, tu luz ha llegado; sí, la gloria del Señor brilla sobre ti".
La gran revelación de la Epifanía es que Dios es el único salvador de la humanidad. Él nos creó y nos rescató comunicándonos su vida divina en su Hijo encarnado, la luz que ilumina el mundo entero.
La gran promesa del profeta Isaías:
"Levántate, resplandece, tu luz ha llegado; sí, la gloria del Señor brilla sobre ti".
Esta promesa se ha cumplido y hoy celebramos su manifestación a todo el pueblo. Todos estamos llamados a disfrutar del esplendor de la salvación de Cristo. El mensaje central en el que todos convergen es Jesús, el único Salvador. Las coronas de los Reyes Magos fueron simbolizadas por los Padres como realeza, divinidad y pasión. Y la docilidad de los Gentiles al recibir la salvación contrasta con la actitud de Jerusalén, turbulenta e inquieta ante este rey desconocido buscado por los extranjeros. A nosotros nos corresponde dar una respuesta a la humanidad, que peregrina fatigosamente en busca de luz, esperanza y salvación para su vida. A los cristianos no nos basta con contemplar y celebrar litúrgicamente el misterio, sino que el culto tiene que ir acompañado de la encarnación del misterio en nuestras vidas para que sea una luz para todos los que buscamos un sentido a nuestras vidas, un sentido que nos llene de ilusión. Hay muchas personas que están cansadas de vivir en la decadencia de un estilo de vida que les aburre por dentro y sienten la necesidad de abrirse a algo nuevo, lo que significa ser capaces de emprender un largo viaje por el interior de sí mismas y, al mismo tiempo, buscar comprender las señales que están ahí para iniciar una nueva vida que les abra a la esperanza.
 Cristo es la luz esplendorosa del Padre y no hay otra luz y nosotros sólo somos un reflejo de esa luz. No somos tubos de neón que se cansan y fatigan, no somos epifanías de dioses que no pueden salvar. Somos reveladores del misterio de Dios, del que San Pablo estaba tan orgulloso.
En la aparente ingenuidad del relato de la adoración de los Magos, de los eternos buscadores de Dios, se nos plantean preguntas decisivas en nuestra vida: ¿A quién adoramos? ¿Cuál es el nombre del "dios" que adoramos en lo más profundo de nuestro ser?.  El ejemplo de estos tres personajes que buscan a un niño perdido tiene que hacernos entrar en nosotros mismos y preguntarnos dónde está ese niño que todos llevamos dentro y que tiene la capacidad de maravillarse. Si, como Herodes ansiamos  matar al niño, nuestra vida será un infierno porque sin el niño muere toda esperanza. Los Reyes Magos eran sabios, pero eran humildes buscadores de la verdad, y la verdad es Cristo, que nos hace libres, y que nos dijo: "Si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos".

Let's be careful out there 





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