miércoles, 9 de agosto de 2023

El año de Mathieu.

El milagro es que uno conserve el mismo cuerpo. Aunque en realidad no es el mismo, claro. El poseedor del cuerpo conserva el mismo nombre, eso es todo.

Cees Nooteboom, Los zorros vienen de noche. 


Como apasionado del ciclismo mi deuda con Van der Poel es dificil de valorar. El portento holandés, además de clase, atesora una elegancia sobre las dos ruedas que no tiene parangón en la actualidad y junto con Van Aert es el ciclista de cuya estética me siento más cercano. No tiene el talento de Pogacar que es un atleta aparte, pero pasará un tiempo muy largo hasta que en el ciclismo aparezca de nuevo un corredor comparable a Mathieu Van der Poel .
Y es que, al añadir su triunfo en el Mundial en ruta celebrado el pasado domingo en Glasgow a sus dos títulos del Tour de Flandes y al doblete Milán-Sanremo/París-Roubaix que completó esta primavera, el holandés se convierte en el séptimo corredor de la historia que tiene esas cuatro carreras en su palmarés, y el primero desde su compatriota Jan Raas en la década de 1980. Corredores de la talla de Peter Sagan, Philippe Gilbert, Fabian Cancellara, Tom Boonen, Johan Musseuw e incluso Sean Kelly se acercaron en el tiempo transcurrido desde entonces e hicieron de esas grandes clásicas uno de los objetivos más importantes de sus carreras, pero ninguno pudo ganar las cuatro.Y eso por no hablar de todos sus logros en ciclocross: al ganar el mundial Van der Poel se convierte también en el primer hombre que consigue títulos mundiales en ambas disciplinas, lo  cual es suficiente para que declarara durante su entrevista posterior a la victoria que, a pesar de tener sólo 28 años, sentía que había "casi completado su carrera". En cuanto a las clásicas, es difícil discutir esa conclusión y en cuanto a lo visto el domingo, la forma en que corrió para hacerse con la victoria no fue una excepción a su estilo habitual de obtener un triunfo. Inicialmente, siguió la corriente de la carrera y volvió a ser el Van der Poel de antaño, uniéndose a la diversión con potentes ataques a 91 km y 74 km de la meta, este último formando lo que parecía que podría haber sido la selección del día con sólo Wout van Aert, Mads Pedersen, Tadej Pogačar y Alberto Bettiol a su lado. Pero cuando fueron absorbidos unos kilómetros más tarde (tras una persecución comprometida del francés Benoît Cosnefroy), Van der Poel se mantuvo al margen, se sentó atrás y conservó energía mientras Pogačar, Pedersen, Van Aert y su compañero belga Remco Evenepoel intercambiaban golpes con frecuentes ataques y contraataques.
El holandés eligió perfectamente su momento, esperando a que  Bettiol estuviera a punto de ser alcanzado (tras un audaz ataque del italiano en 33 km) para lanzar su siguiente movimiento. Esto quizás pilló por sorpresa a los otros tres perseguidores (Van Aert, Pogačar y Pedersen, en una repetición de la selección anterior), ya que realizó su ataque en una de las subidas más cortas, en lugar de en el recorrido más duro del circuito, en la calle Montrose. Hizo un hueco sobre todos los demás que quedaban en el grupo, y recorrió en solitario los 22 km restantes para hacerse con una victoria incontestable. 
En efecto, su táctica fue astuta, pero también es cierto que simplemente fue el corredor más fuerte del día, en una carrera que en última instancia no fue especialmente sutil o táctica a la hora de determinar el resultado final. No había en el recorrido de este año una sola ascensión que pudiera compararse con otros recorridos de Mundiales pasados, pero las curvas constantes, las subidas y el compromiso con una filosofía del espectáculo de ataque  por parte de las estrellas fueron suficientes para que la carrera saltara en pedazos. Los Mundiales no habían visto algo así en décadas: 51 corredores en meta fue el menor número desde 1999; desde 1998 no habían llegado tan sólo 23 corredores a menos de 10 minutos del ganador; y la diferencia de 3:48 entre el primero y el quinto fue la mayor desde 1980. Y así, Van der Poel fue tan superior que ni siquiera una caída de infarto al tomar una de las muchas curvas justo antes de la última vuelta fue suficiente para impedirle no sólo hacerse con la victoria, sino por un enorme margen de 1:37, el mayor de cualquier prueba del Mundial en ruta desde (exceptuando la victoria por 2:21 de Evenepoel el año pasado) Vittorio Adorni allá por 1968.
La edición de este año tuvo todo lo que los buenos aficionados esperamos de un evento de este calibre: estalló con  vida muy pronto, nunca cejó en sus constantes ataques, contó con muchos de los corredores más combativos y populares del mundo al frente, y terminó con posiblemente las tres estrellas más grandes de todas ocupando los puestos del podio.
Este año hemos visto una versión más calculadora y despiadada de Van der Poel, que a diferencia de Wout van Aert ha sido capaz de convertir unas piernas fuertes en resultados.
 Como ha sucedido tantas veces a lo largo de su carrera, tanto como senior como junior, al belga se le negó la victoria ante su eterno rival. Perder ante Van der Poel ha sido un constante déjà vu este año en particular: la forma en que se hundió en su montura y dejó escapar la diferencia con Van der Poel en el momento crucial reflejó tanto su incapacidad para seguirle en el Poggio a Milán-Sanremo como la visión de cómo se alejaba de él en Carrefour de l'Arbre en París-Roubaix. Y aunque arrebató el segundo puesto a Pogačar y Pedersen al distanciarse de ellos a pocos kilómetros de la recta de meta para sellar la plata, después de haber ganado la medalla del mismo color una vez en la carrera en ruta y dos veces en la contrarreloj, seguramente se sentirá amargamente decepcionado.


Tampoco es el resultado que quería el equipo belga. Aunque eran claramente el equipo más fuerte de la carrera, con Jasper Stuyven y Tiesj Benoot consiguiendo ofrecer asistencia a sus líderes y mantenerse en la parte final de la carrera (tanto que ellos mismos acabaron sexto y noveno respectivamente), necesitaban que el defensor del título, Remco Evenepoel, tuviera sus mejores piernas.
Si Bélgica hubiera tenido esa carta extra para jugar, la carrera habría sido mucho más táctica, y la pareja podría haber sido capaz de trabajar sobre Van der Poel y, en última instancia, derrotarle atacándole en tándem. Pero con un mal día para Evenepoel que les impidió jugar esa estratagema táctica, hubo poco que Van Aert o cualquier otro pudiera haber hecho de forma diferente. Van der Poel fue el corredor más fuerte del día, como lo ha sido en la mayoría de las carreras de un día de la temporada en curso, y aun nos queda lo que esté por depararnos el otoño con sus hojas muertas.

Let's be careful out there 

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