domingo, 19 de marzo de 2023

Classicissima 023

Soy una fuerza del Pasado. Solo en la tradición está mi amor. 
Pier Paolo Pasolini.

Ayer, sesenta y dos años después de que lo hiciera su abuelo Poulidor , Van Der Poel atravesó primero la meta de San Remo. Tratándose de tiempo, 62 años no parece mucho y sin embargo para nosotros pobres mortales es una vida entera.
Del ir y venir a través de tanta mugre y mediocridad sulfurosas, pocas actividades quedan ya propicias ni para la épica ni para el entusiasmo, y  entre esas pocas  se encuentra el ciclismo. En su versión" clásicas de un día" y más en cualquiera de los 5 monumentos  el ciclismo es capaz de  convocar toda la extraordinaria incertidumbre y el esfuerzo agónico del aquí y el ahora  propios de lo homérico. Ayer, gracias al viento de cola que sopló a la largo de la costa de Liguria la carrera fue desde el principio meteórica. Desde la salida en Abbiategrasso todo fue fue previsible, incluso la subida en grupo de la Cipresa, todo, hasta que llegó el  Poggio. Allí, todo se desmoronó y comenzó la selección. 
Sé que en tiempos trémulos como los que vivimos lo de seleccionar suena mal, incluso no está bien visto y puede ser tildado de fascista y heteropatriarcal, pero el ciclismo profesional a diferencia de las pruebas de selectividad que proponen  relacionar contenidos subjetivando conocimientos e idiotizando al máximo a los alumnos, criba, separa, y selecciona a los más fuertes. En esta ocasión, se encargaron de ello los 3, 7 km de ascensión al Poggio cuyas rampas  fijaron como la pez a su gris  asfalto a un ramillete de excepcionales ciclistas en plenitud de forma hasta que en el  último de ellos, el  neerlandés se despegó.
 Atrás quedaron pulverizados en el fondo del olvido  288 km de sudor y hierro subyugados por  lo excepcional. Primero fue Pogacar quién arrastró en su estela de watios infernales a Van Aert, Van Der Pool y Ganna. Luego, el propio Ganna quiso jugarse, como si  no fuere con él la cosa, su suerte a espadas mientras Van Aert quería pero no podía. Faltando 400 metros  Mathieu abandonó la apocalíptica disciplina de la hueste y, con dos segundos de ventaja coronó el Poggio. Dos segundos y la indecisión o el miedo que se apoderó de Pogacar al  doblar la última curva previa al  descenso vertigionoso a San Remo, fueron suficientes para la gesta. 
Van Der Pool voló hacia la meta sin mirar atrás y,  un mes y medio después  de coronarse como campeón del mundo de ciclocross, alzó los brazos en solitario en el paseo de San Remo. 

Let's be careful out there .

No hay comentarios:

Publicar un comentario