Lo que mueve a Fanto a la fuga es “la
viva necesidad de la libertad, de beber el vino que le placía, de
soñar los sueños de Fanto”. Y nunca halla reposo para su espíritu
de fugitivo, porque allá donde vaya lo persigue “esa tristeza
pacífica de la soledad insondable de los prisioneros”.
La leona herida. Palacio de Assurbanipal. |
Vida y fuga de Fanto Fantini.
Álvaro Cunqueiro.
Contemplar el Paisaje y reflexionar
sobre su significado està al alcance de cualquiera que se demore
atravesàndolo con la lenta libertad de quien se desplaza sobre dos
ruedas.Pedaleando absorvemos la emotividad , nos inspiramos en la
creatividad inscrita en el Paisaje,en el tiempo y en la historia
forjadas en él; los hombres filetean la tierra y anonadan su
alma sugiriendo sentimientos líricos, religiosos, reflexivos cantos
de vida y esperanza.
Todo lo inhóspito, con su
terribilitá, nos enseña a comprender lo efímero y banal de la
ambición desmesurada regresando al deleite venturoso de los días y
las horas.
En " paisaje e historia"
Unamuno, sin proponérselo, al describir viajes y paisajes,
introduce el concepto de memoria cultural, esa huella que nos
posee, y nos marca. Esta tarde,mientras enmudece el año , contemplo
sus ruinas no como una inscripción pronto olvidada en el acartonado
papiro del destino,sino como la experiencia del tiempo, del efecto
combinado de la aceleración de la historia, de la retracción del
espacio sobre la individualización de los destinos -creo que sería
más claro denominarlo particularización del consumo, pues el
destino del individuo de esta época se resume en modalidades de
compra. Me esfuerzo en analizar lo propio como si fuera ajeno, en
dotar mi análisis con la perspectiva y la distancia suficiente que
me permita , por ejemplo, detectar tempranamente la aparición de lo
que Marc Auge denominó no-lugares. Quiero situar mi escritura en
un virtual no- lugar, escribir el concreto tiempo puro en la tensión
de las ruinas de mi memoria personal. Frente a la homogeneización
del paisaje urbano en todas las ciudades del planeta, frente a la
falsificación de la realidad para convertirla en bien de consumo,
frente al turismo que tiene programadas cada una de las emociones de
su recorrido, las ruinas son un testimonio de verdad; más que la
descripción de lugares y la narración de hechos, nos abisman en la
intuición y el sentimiento de la sorpresa. Quiero escribir desde la
sobriedad cuya monotonía no cansa, frente a esos paisajes de postal
que, como la música pegadiza, «empachan pronto».
En mi infancia, recuerdo que, dentro
de la austeridad, existía una cierta armonía próxima a mi universo
cercano. Los pueblos y ciudades todavía disfrutaban de viejos
monumentos, conventos, monasterios, casonas y casas dignas, pobres
acaso, pero de una sencillez y austeridad de líneas, volúmenes y
colores que hoy echamos de menos; el paisaje puro, intocado, y eso
cuando no es productivo y no se ha sometido a la agroindustria de
plásticos, a las urbanizaciones o a los bloques de tantas
ciudades medias. El paisaje como un mero decorado, sin más, salvo
cuando se utiliza como señuelo turístico, no parece todavía
importar a las autoridades públicas. Parece como si la naturaleza
sólo fuese noticia ante catástrofes, inundaciones, riadas,
desprendimientos de tierras o sismos, catástrofes muchas veces
inducidas o agrandadas por nuestra incuria. El majestuoso horizonte
de nuestra geografía atravesado por la instalación de eólicas
aspas o de paneles solares sin suscitar apenas controversia
estética. Y el paisaje, la forma en que lo tratamos, no es sino el
trasunto de la estima en que nos tenemos a nosotros mismos.
Por todo ello, en el 2020, me
adentraré con más empeño si cabe, en la senda de los caminos no
trazados todavía, subiré a atalayas desde las que hollar nuevas
empresas, me saldré del marco, escribiré sobre papel no pautado,
viviré fuera de la masa, egregio, asumiré con responsabilidad las
consecuencias de mis actos, naufragaré las veces que haga falta
para retornar a la brecha sin pagar rescates. Entre todos los
hombres elegiré siempre a los partidarios de la emboscadura.
El 24 de enero de 1975, muy pasadas las
23.00 , en la Ópera de Colonia , se sentó Keith Jarret, con no poca
renuencia, y aún a sabiendas del error que se aprestaba a cometer ,
frente a un piano impresentable para dar un concierto que, en un
principio había querido cancelar por el estado del instrumento y
otras contrariedades. El CD surgido de la grabación de ese concierto
destinado al fracaso ha vendido 4 millones de copias .
La actuación en la Ópera de Colonia
fue el quinto compromiso de una gira europea que Jarret inició el
17 de enero en Kronach y terminó el día 5 de febrero en en el
parisino Théâtre des Champs- Elysées, después de haber recorrido
11 localidades. Acompañado por Manfred Eicher llegó a Colonia
,procedente de Lausana, agotado y completamente trasnochado . Al
llegar a la sala de conciertos , un *Bösendorfer 290 imperial"
lo esperaba , mal afinado, con agudos inservibles ,un pedal derecho
inutilizable y varias teclas de dudoso funcionamiento. A pesar de
todo, o quizá debido ello surgió una obra de arte musical excelsa ,
un fenómeno que trasciende la manifestación artística, elevando el
concierto a icono de la época ,confirmando la vieja sabiduría según
la cual las limitaciones pueden dar alas a la fantasía , más
todavía que la libertad sin fronteras.
Jarret es uno de los más grandes
emboscados, un outsider cuya música deleita mi alma desde que hace
40 años la escuché por primera vez en casa de Raquel Ferreiro, una
mujer emboscada y libre.
Feliz 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario